A mediados de los 80 el hardcore punk, subgénero del punk rock más rápido y agresivo, había evolucionado haciéndose todavía más duro y veloz, originando el llamado thrashcore (que no tiene que ver con el thrash metal). En Estados Unidos y Reino Unido algunas bandas lo mezclaron con el recién aparecido death metal, adoptando del thrashcore la extrema velocidad, la distorsión muy alta tanto en las guitarras como en el bajo y la brevedad de las canciones; y del death metal la potencia y la baja afinación de los instrumentos; además de una característica común a ambos estilos: el “blast beat”, ritmo de batería muy rápido gracias al uso muy frecuente del doble bombo o el doble pedal. Así nació un nuevo género llamado grindcore (“grind” significa moler, triturar o afilar) que se centra más en un ritmo muy rápido y agresivo que en la melodía o los riffs y que es uno de los dos estilos musicales más extremos que existen (el otro es el brutal death metal).
Otras características típicas del grindcore son: la escasa duración de las canciones, muchas de las cuales no llegan a los dos minutos e incluso hay algunas de unos pocos segundos, por lo que los discos suelen tener un gran número de temas; y que la estructura de las canciones y el tono de la música son diferentes a los habituales en el rock y el metal.
En cuanto a la voz predominan dos tipos, ambos muy agresivos y desgarrados hasta el punto que muchas veces es imposible entender las letras: uno influenciado por el hardcore punk agudo y chillón y otro influenciado por el death metal gutural y profundo. Algunos grupos mezclan los dos, normalmente utilizando dos cantantes. Las letras suelen dividirse en dos vertientes también influenciadas por los dos géneros que originaron el grindcore: una por el hardcore punk que trata problemas políticos y sociales siempre desde un punto de vista contrario al sistema; y otra por el death metal que se centra en una temática gore (es decir, violencia muy sangrienta, desagradable y explícita) en lo que se denomina “goregrind” como si fuera un subgénero pero que en realidad sólo es diferente en el apartado lírico. Dentro de esta segunda vertiente se encuentra el llamado “pornogrind”, que une el sexo explícito al gore y que suele ser algo más lento que el grindcore típico.
Estéticamente los músicos siguen mayoritariamente las pautas del hardcore punk, es decir, una estética callejera pero mucho menos estridente que la del punk.
Puesto que es un género muy extremo que además es ruidoso y disonante a propósito, siempre ha estado dentro del underground, pero a pesar de eso ha aparecido un gran número de bandas que lo practican por todo el mundo, incluidas España y Latinoamérica, donde surgió muy pronto y no tiene apenas diferencias con el del resto de países. Los metaleros más puristas o radicales no lo consideran un subgénero del metal sino del hardcore punk.
