Esta gira de ADRIAN VANDENBERG podía calificarse como un tributo a WHITESNAKE en toda regla. Que la haya hecho como homenaje sincero a la banda que le dio su mayor popularidad como músico o más bien pensando en los royalties, eso es algo que se quedará para él.
Por mi parte creo, y quiero pensar así, que lo hace principalmente, o como único motivo, como homenaje a WHITESNAKE porque dudo mucho que diez años en un grupo y metido de lleno en lo que es el día a día con ese nombre y responsabilidad a las espaldas no le dejara una muesca en su corazón rockero.
Y una pista de que es así lo que pienso fue la actitud de Adrian durante todo el concierto. Se veía que no vino a cubrir el expediente, algo que por desgracia vemos a veces en otros artistas. Desde el principio la comunicación visual con los otros músicos, sus gestos, sus sonrisas, sus agradecimientos al público mediante señales… todo demostraba que estaba a gusto y, cuando algo así ocurre, es porque se hace con pasión y amor por la música y, en este caso, por amor a la Serpiente Blanca.



