ASFALTO

BIO

En el otoño de 1972, un grupo con cierto prestigio en el ambiente musical de la época, en la ciudad de Madrid, llamado Tickets, son fichados por un sello discográfico de reciente creación, discos Acción. Un par de años antes habían registrado su primer sencillo con la compañía Columbia, Para sortear problemas con su anterior discográfica, el grupo se ve obligado a cambiar el nombre. Decidiendo entre varios, al final se opta por ASFALTO.

Bajo ese nombre publican dos nuevos sencillos que, lamentablemente, no trascienden. A comienzo de 1974, la banda está virtualmente desintegrada. Solo José Luis Jiménez, uno de los tres fundadores junto a Mario del Olmo y Pancho Campany, intentan recomponer la cosa buscando músicos interesados en iniciar junto a él un nuevo proyecto. Julio Castejón, recibe una llamada de Jimenez, justo recién venido de cumplir el por entonces servicio militar obligatorio. Julio está involucrado en dar forma a unos nuevos Handicap, el grupo en el que se inició y que habían quedado aparcados meses atrás. En ello, junto a él, estaban implicados el batería Enrique Cajide y el guitarrista Chema Arrillaga. Aquel verano, José Luis Jiménez, se une a Handicap para cumplir los compromisos firmados que la banda ya tenía. Justo en ese tiempo se va madurando el futuro proyecto, sin que aún se haya decidido que denominación tendría.

Finalizado el verano es tiempo de arrancar con la idea. Se decide recuperar el nombre de Asfalto, no porque el proyecto fuera a ser una continuidad de aquel Asfalto, ya extinguido, sino por el hecho de que bajo ese nombre ya se hubieran publicado dos discos. En aquel tiempo, ello era argumento que prestigiaba y facilitaba las cosas, cuando menos la atención de quienes contrataban. Y así comienza el nuevo Asfalto a andar.

A finales de año, Chema Arrillaga, un gran guitarrista pero que tiene otros planes, abandona el grupo ocupando su lugar, Lele Laina, que viene avalado por Jiménez. Se consolida así la mítica primera formación.

Aún habrían de pasar más de tres años para que apareciera en el mercado el primer álbum de este nuevo Asfalto que ya tenía ganada la calle. Una España en plena transición política acuna una nueva generación que elige el rock cantado en castellano como señal manifiesta del cambio social que se está experimentando. Asfalto, en la defensa de los derechos sociales y las reivindicaciones por la libertad, se ve en primera línea. Se suceden los conciertos por toda la geografía española, cientos de ellos. Para cuando se publica el primer álbum, la banda está abanderando todo un movimiento musical nuevo. Son los años de «Ya Está Bien» o «Días de Escuela», temas que venían tocando en vivo pero que ahora se pueden escuchar, por fin, a través de un disco de vinilo o una cinta de cassette.

Justo en el mejor momento, incomprensiblemente para sus fans, la banda se parte en dos. Hay mucha bibliografía acerca de las causas de aquella ruptura. Por un lado, el bajista José Luís Jiménez y el guitarrista Lele Laina, ambas también las voces principales en el primer álbum, se decantan por poner en marcha un nuevo proyecto. Nace Topo. Por su parte, Julio Castejón y Enrique Cajide, tras algunas dudas y no menos presiones, optan por mantener el nombre de Asfalto dando cabida en la banda a un nuevo bajista, José Ramón Pérez «Guny» y al fantástico teclista uruguayo, Jorge García Banegas.

Tras vivir un año plagado de actuaciones, incluso alguna en el Reino Unido, publican su segundo álbum, «Al Otro Lado», El álbum es grabado en Inglaterra, donde la banda se muestra totalmente decantada por un rock de corte progresivo protagonizado por la voz de Castejón.

Los siguientes cuatro años son frenéticos. En ellos ven la luz dos álbumes más: «Ahora» (79) y «Déjalo Así» (81). Cientos de conciertos se suceden durante ese periodo.

Un par de años después, en 1983, la banda pasa a ser un quinteto con la inclusión de Miguel Oñate, un cantante excelente, dotándose con ello de un «front man» de imponente imagen y voz potente. Se iniciará un ciclo nuevo en el que la banda retoca su estilo haciéndolo algo más hard. Ello queda reflejado en una trilogía de la que forman parte los álbumes «Más Que Una Intención» (83), «Cronophobia» (84) y «Corredor de Fondo» (86); este último presenta un cambio en la voz solista, Miguel Oñate, deja su sitio a Ritchie Benítez.

A finales de 1986, el nuevo fichaje no llega a consolidarse. Ante la incapacidad de adaptarse a la vida en la gran ciudad, Ritchie, regresa a la isla de Mallorca, donde tiene su casa. Aquella nueva ruptura deja huella en la moral del grupo que se siente herido y de algún modo perdido. Volver al cuarteto no es una idea compartida por todos y es entonces que se habla de abrir un periodo para la reflexión. Castejón manifiesta estar cansado después de 12 años frenéticos. Hay que parar y repensar qué hacer, qué camino tomar.

Si el roce hace al cariño, el no roce produce desapego. Esto último es lo que justifica que aquel periodo que se presumía breve, se alargue. En esas, cada cual acomete nuevos proyectos por separado y sólo se unen de forma breve para la celebración del 15º aniversario de la fundación de Asfalto. Lo hacen con la grabación de «15 Años de Música», álbum que recoge nuevas versiones de sus clásicos y que se edita en 1987. Esta grabación reúne tanto a la formación anterior al 78 y a la que se origina a continuación.

Tal vez, como hubiera sido deseable por muchos, de esa colaboración no surge una gira de reunión que integre a ambas formaciones. Tampoco ningún promotor la propone. Es por ello que cada cual continúa a lo suyo.

Así las cosas, propiciada por el resurgir de la relación entre Laina, Jiménez y Castejón, se diseña la apertura de un proyecto de «divertimento» a través del que dar forma a un espectáculo basado en subir al escenario versiones de la música que les trajo a la música. Se bautiza la idea como: La Rockorquesta Sport Club, haciendo con ello alusión tanto al concepto como a la razón que les motiva a ponerlo en práctica. A esta idea se une Terry Barrios, el que fuera batería titular de Topo, junto a Jiménez y a Laina.

No hacen falta más de tres conciertos para que perciban que no es eso lo que la gente espera de ellos como músicos. El proyecto queda inmediatamente abortado.

Pero es así que, pese al fracaso, entre los cuatro músicos se reverdece el gusto por tocar juntos. Es entonces que se plantean hacer un nuevo disco con repertorio original. Tras pensarlo mucho, Castejón especialmente, se acepta que la idea retome la marca Asfalto. En 1990 se publica «Sólo Por Dinero», tal vez el álbum más ecléctico de cuantos ha firmado la banda. Parido por músicos que no se debitan con nada ni con nadie, es de ahí que la creatividad fluya libre, sin ataduras. Hay críticas buenas, las más, y otras no tanto; los más puristas no aceptan un cambio estilístico tan notorio. Y es que el contenido del disco se aleja del rock practicado por Asfalto en los 80, más duro, más guitarrero, situándose ahora más bien en la onda del mejor pop ilustrado que resurgirá en los años 90 en Europa. Son canciones bellas ejecutadas con la sabiduría y el buen gusto que los cuatro músicos atesoran. Se inician las giras. La formación se ve reforzada con el acreditado teclista, Miguel Ángel Collado.

Dos años viene a durar esta etapa que se frustra dramáticamente con el fallecimiento de Terry Barrios. Pero es justo en un concierto, homenajeando su memoria, que Enrique Cajide retorna junto a sus compañeros y la gente celebra ver sobre el escenario a la formación del primer L.P. ¿Cómo dejar pasar esa posibilidad para retomar la cosa por donde se dejó en el 78? Algo así debieron pensar los implicados.

Retour 93 es el nombre de la gira que se organiza ya retomada oficialmente la formación original. En ella se empiezan a tocar las nuevas composiciones en las que la banda está trabajando. En 1994 se publica «El Planeta de los Locos» un álbum que es aplaudido por unanimidad. Para muchos, no había retorno mejor para esta ya mítica formación. Alegría entre todos los componentes, se sienten orgullosos de haber realizado un gran trabajo.

Sin embargo, todo ese estado de ánimo, se frustra cuando, concierto a concierto, se testimonia que el público que acude a verles ya no es tan numeroso. Cuesta aceptar que, donde antes tocaban para mil, ahora a duras penas tocan para doscientos. Eso mina la moral. Cajide es el primero en desmarcarse y los demás tampoco se muestran con la suficiente voluntad de continuidad. Es como que todos asumen que el tiempo de Asfalto ya ha pasado. Se equivocan. La realidad es que la década de los ’90 está siendo catastrófica para el rock nacional. Hay una juventud nueva que tiene otras referencias. Toca aceptarlo, piensan. Asfalto concluye así su periplo acabándolo justo con los mismos integrantes con los que comenzó. Punto final.

Como consecuencia, Laina y Jiménez, retoman Topo y Castejón, por fin, se decide a ir por libre editando su primer disco en solitario. Cajide mete sus baquetas en un cajón. Para ellos, Asfalto, ya sólo es un buen recuerdo. Y así pasan algunos años, demasiados.

Ya dentro del siglo XXI, con el auge de internet y sus recién creadas redes sociales, se constata que la memoria de Asfalto, lejos de diluirse, se agranda. Cada uno de sus componentes, en ese tiempo, se halla envuelto en resolver su día a día, muchas veces en paralelo a la música. Castejón, propietario de una productora discográfica, ha editado ya dos discos bajo su nombre y, acompañado por Los Trípodes, sigue haciendo conciertos en los que, como no puede ser de otra forma, rescata grandes clásicos de Asfalto. En 2007 está a punto de lanzar un nuevo álbum, en esta ocasión, con la intención de desligarse de la carga de ser quién es y conocérsele por lo que se le conoce, opta por crear algo partiendo de cero que se pretende denominar «Arihan». Incluye a nuevos músicos con los que realiza la grabación y con ellos se propone girar.

Con el disco ya grabado y mezclado, una tarde le muestra el resultado a un buen amigo. Este le dice que cree haber escuchado el Asfalto del siglo XXI. Aquellas palabras le dejan pensando. Ello se une a la opinión generalizada que se manifiesta en las nuevas redes sociales, donde se hace mayoritario el deseo de que Asfalto abdique de la hibernación que se ha auto sometido desde el año 1995.

Al final Castejón acepta y «Utopía», que es el título del disco en cuestión, pasa a ser publicado bajo el nombre de Asfalto. No pudo haber una decisión más acertada. Los seguidores de la banda se alegran del regreso del nombre y vuelven a acudir a los conciertos, no tal vez como antaño, pero sí que hay una respuesta que supera a al de los realizados en los años 90. Deja testimonio del buen hacer de la formación el álbum «Al Fin Vivos» (2009), el primero grabado en directo en toda la historia de Asfalto.

A partir de 2008 se inicia una época brillante que nos sitúa en estos días. Con algún cambio que otro en las sucesivas formaciones, se llega a la actual, la cual ha protagonizado nuevos discos: «El Color de lo Invisible» (2014) «Crónicas de un Tiempo Raro» (2017) y «Sold Out» (2017) este último un directo, donde queda reflejada toda la potencia de una banda espectacular que ha sabido aportar mucho. Nadie duda que este Asfalto del siglo XXI no solo consigue actualizar y dar brillo al viejo repertorio, sino entregar nueva obra que, sin duda, subraya todos los rasgos que hicieron grande a la de sus predecesores.

Arturo García, Paul Castejón, Nacho de Lucas, Pablo Ruiz y, cómo no, Julio Castejón. Son los protagonistas del pasado inmediato, del presente fugaz y esperemos que, de un futuro siempre incierto, como es de suyo.

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