No deja de resultarme curioso como elabora sus pensamientos y creencias el ser humano. Tenemos el poder de ampliar conocimientos hasta la infinidad y sin embargo, en multitud de ocasiones nos conformamos con cuatro “clichés básicos”. Algo así acontece en el mundo del Arte y con algunos autores. Me atrevería a poner como ejemplo de ello a Edvard Munch, pintor mundialmente conocido por El grito, obra reproducida hasta la saciedad (una de mis preferidas es aquella en la que lo interpreta Homer Simpson, sí, una tiene sus debilidades) de la que poco más cabe añadir. Pero Munch cuenta con otras muchas obras inquietantes y de gran carga psicológica. Hay una en concreto: Amor y Dolor (Kjærlighet og smerte es su nombre original) de la cual estoy cautivada, tal vez, porque su atmósfera me trae muy buenos recuerdos de la saga de libros favorita de mi infancia; El pequeño vampiro de Ángela Sommer- Bodenburg (Si tenéis hijos pequeños no perdáis la oportunidad de regalárselos, son pura magia).