Normalmente es difícil establecer quién o quienes han creado la mayoría de los estilos de música, incluyendo los de metal. El death metal no es una excepción pero actualmente la mayoría de críticos y aficionados están de acuerdo en que su creador, o al menos quien sentó las bases del género en todos sus aspectos, fue el cantante y músico estadounidense CHUCK SHULDINER cuando a mediados de los 80 publicó una serie de maquetas con su grupo, llamado precisamente DEATH (muerte) en las que, siguiendo las características del thrash metal pero abandonando las influencias del punk rock, lo llevó aún más allá aumentando su velocidad, potencia y agresividad, bajando todavía más la afinación de las guitarras y subiendo su distorsión, usando tonos muy graves, utilizando mucho el doble bombo o doble pedal en la batería (con un ritmo muy rápido conocido como “blast beat” que se ha convertido en una característica típica del metal extremo) y adoptando un estilo de voz gutural que a veces resulta difícil de entender.
También estableció las pautas líricas del estilo, con una temática por lo general aún más desagradable, cruda y extrema que la del thrash metal y una violencia muy explícita, muy influenciada por el cine gore (subgénero del cine de terror lleno de escenas sangrientas y repugnantes) que estaba de moda por aquella época, aunque también tratan otros temas como la religión (normalmente atacando el cristianismo), el ocultismo, la política (por lo general desde un punto de vista anti-sistema) o incluso la filosofía.
Lo cierto es que este polémico género no es para todos los oídos pero en contra de lo que pueda parecer es bastante complejo musicalmente hablando, ya que tiene influencias del rock progresivo que se notan en los cambios de ritmo abruptos, en los riffs poco habituales y en canciones con estructuras variadas, y por lo tanto exige a los músicos una buena técnica además de una gran velocidad tocando.
Desde la aparición de DEATH surgieron nuevas bandas, primero en Estados Unidos y luego en todo el mundo, que practicaban el nuevo estilo y a pesar de ser lo más extremo que se había escuchado hasta entonces (o precisamente por eso) alcanzó popularidad entre los aficionados al metal, sobre todo entre los jóvenes amantes del terror y el gore, aunque nunca ha sido un género de masas como el thrash metal. Y como era de esperar, al igual que ha ocurrido con prácticamente toda la música metal desde sus orígenes, en seguida desató las iras de los autodenominados “guardianes de la moral” y aún hoy en muchos países se censuran discos, canciones y portadas (que suelen ser tan desagradables como las letras) de death metal.
Además ha sido la base para la aparición de un buen número de subgéneros como el death metal melódico, el grindcore o el deathcore.
En cuanto a la estética, los músicos de death metal han seguido la del thrash metal, es decir, más normal y cotidiana que la de los de otros estilos de metal anteriores.
En Latinoamérica y España los primeros grupos aparecieron muy pronto, casi al mismo tiempo que en el resto del mundo, y no hay prácticamente ninguna diferencia entre el death metal de estos países y el de los demás. De hecho, la mayoría de las bandas cantan en inglés.