El heavy metal tiene influencias de la música “clásica” (dicho más correctamente culta) en la estructura de las canciones, el virtuosismo de los músicos y la forma de cantar. Por lo que era previsible que con el tiempo hubiera una mezcla de ambos géneros, versión metalera del rock sinfónico que surgió a mediados de los 80 en Europa y Estados Unidos. Dicha combinación se realiza de dos formas:
Por un lado hay grupos que, sin dejar de hacer metal con los instrumentos propios del mismo (como mucho añaden teclados) adoptan las características de la música clásica, especialmente su complejidad técnica, sus cambios de ritmo y su velocidad, que incluso aumentan. De hecho algunos hacen versiones metaleras de piezas clásicas. Esto es conocido como metal neoclásico y muchos críticos lo consideran un género aparte.
Y por otro lado hay bandas que incorporan al metal “puro y duro”, sin cambiar sus características, instrumentos típicos de la música clásica, a veces incluso orquestas enteras, aunque normalmente y por motivos económicos estos instrumentos no son reales sino que se consiguen mediante sintetizadores (lo que se conoce como orquestación); además de coros y voces operísticas, tanto masculinas como sobre todo femeninas.