Crónica: BARCIA METAL FEST y el regreso de la esperanza metalera

Jamás pensé que mis mejores pesadillas se harían realidad. Aún se me hace raro el hecho de haber presenciado conciertos de heavy metal en plena pandemia… Más por no ser el ambiente más adecuado, o eso me decían en mi lugar de trabajo. Casi atado a mi consulta “A2” del Centro de Salud donde trabajo como Enfermero de Urgencias y Emergencias, me llegó la noticia de un próximo festival en Torreperogil (Jaén). – ¿Esto es serio? – la eluden en el AVE, la abandonan en la economía, la tachan de inexistente… ¿Hay cultura en Jaén? ¡Ostia puta! ¡Y yo que pensaba que sólo la miraban por los olivares infinitos y el mejor aceite del mundo! Dejaré el racismo territorial para otro momento más adecuado.

 

Volviendo a mis orígenes, los pacientes se me sucedían en la consulta; uno detrás de otro, enlazando un bucle infinito de curas, inyecciones, gestiones, sondajes, educación domiciliaria, guardias salvajes… Y vacunas, ¡por supuesto! Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Janssen, la insistencia de la gente, la planificación de dosis… Pacientes con PCR positiva, negocios y autónomos al borde del colapso, la pobre actuación gubernamental y yo estaba ahí, arruinando vidas mediante aislamientos, pruebas diagnósticas y malas noticias por doquier. – ¿No te cansa todo esto, Alberto? – Mi querido director médico, a quien debo más devoción y respeto que a mí mismo, es imposible cansarse de la profesión sanitaria cuando hay motivaciones y objetivos a cumplir; pocos e importantes en mi caso.

Sí, soy un enfermero heavy y no sólo lucho por una Sanidad Pública, gratuita, accesible y universal, sino también por aquello que me mantiene vivo, el metal y sus géneros musicales. Hablando de cultura, la más castigada de las virtudes sociales e históricas, debiera llegar el momento de su renacer entre el caos de la Covid19. – Al menos, tú disfrutarás de una cultura segura. – Estimada directora de enfermería, hay cosas que pongo en duda en estos tiempos, pero de lo que estoy seguro es de la magnificencia y honorabilidad de la música metal, sea en ámbito musical, social y allá donde se represente.

 

Comenté mi devoción por el festival que se avecinaba y de nuevo, las mismas sentencias en aquellas personas cuya ignorancia es un peor síntoma que la propia Covid19. – ¡Te vas a contagiar! – ¿Te merece la pena arriesgarte por un simple concierto? – Yo que tú me lo pensaba bien. – ¡La vais a liar! – Mis buenos compañeros y no tanto, comprendo vuestra preocupación, más por alguien tan muerto como yo. El problema reside en el trasfondo de tales juicios personales. Llevo tiempo, mucho tiempo, queriendo asistir a un concierto al aire libre, ver a los intérpretes dándolo todo sobre el escenario, alegrarme de ver hombres, mujeres, infantes y mayores disfrutar de lo que nos gusta y apasiona, ¡así que meteros las ironías y vaticinios en el culo y dejad a los demás hacer su vida! O más fácil, no seáis tan amargados y haced más el amor, que quizás sea lo mejor en estos tiempos.

Bajo el nombre de BARCIA METAL FEST, el esperado sábado me llamaba sin parar, como un niño deseando tocar el arcoíris después de la lluvia. No iría solo, sino en compañía de una espectacular pareja, conformada por el perfecto fotógrafo José Emilio Paqué y la sagaz Sonia, quien se atrevió a dar el visto bueno social a alguien tan despreciable y aberrante como yo. Si lees esta crónica, querida Sonia, darte las gracias sería el mayor insulto hacia una persona de tan alta divinidad. Decidimos alojarnos en un hotel rural de un pueblo cercano, Sabiote, legendario por su tradición medieval y rico patrimonio andaluz.

 

Alimentados, preparados y con ganas de ver el festival, Torreperogil no tardó en recibir a tres asistentes más. En pleno atardecer, a una temperatura suave y el sol descendiendo, arrimamos en el recinto del evento. “Auditorio Torres Oscuras” y para mi sorpresa, ¡ninguna de las torres poseía una tonalidad semejante! El estilo románico en el teatro daba la imagen de ser un sitio más que ideal para un festival de heavy metal. Quizás no lo viera del todo y ahí tendría que callarme por respeto al pueblo y su patrimonio. El aforo se comprendería de unos cientos de personas, ¡eso sí! Medidas de prevención y cautela frente al Covid19. Mascarilla continua, higiene de manos, separación de seguridad y la presencia de vigilancia y Protección Civil por si sucediera alguna aprensión. Aunque se intentaron respetar las doctrinas, la efusividad fue tal que vi mascarillas volar, parejas abrazadas y yo con un bocadillo de lomo en mitad del concierto. Si vais a crucificar al evento y sus organizadores, haceros un favor y colgaros de un pino, ¡que bastante hicieron el buen Juanma Peña y su equipo para que todo saliese a pedir de boca!

A ellos les agradezco, enormemente, el haber resistido a la presunta “quinta ola” pandémica y haber realizado un festival icónico y ejemplar en toda regla. ¡Y es que se lo merecen, coño! No sólo ellos, pues no quiero olvidarme de otros como Hueso Producciones, que no se perdieron ningún momento del festival. Tampoco quiero dejar aparte el servicio de barra y los stands de merchandising, dispuestos a dejar constancia de las bandas a actuar. Por otro lado, como siempre hago allí donde acudo, ofrecí la profesionalidad sanitaria que siempre trata de rodearme, puesto que nunca se sabe lo que puede suceder. Entre tantos parches de la chaqueta, siempre reinará “First Aid” “Nurse” y mi fonendoscopio al cuello.

LEVEDAD ZERO

Tras los últimos ensayos de sonido, ambientación y otros aspectos técnicos, la primera banda no quiso hacerse esperar. Locales de la preciosa ciudad de Cazorla, un sexteto salió a escena. Me sorprendió ver que muchos asistentes llevaban iconos de la agrupación inicial, fueran camisetas, pulseras o pañuelos. Liderados por Olaya, una esplendorosa joven de gran talante, LEVEDAD ZERO quiso comenzar con un cover de DEPECHE MODE, Enjoy the Silence. Aunque sonaban bien, se notó una continua sobresaturación que a veces se solucionaba. Al principio, los noté algo fríos y sosos, quizás por el mero hecho de que era su primer concierto con público y eso puede condicionar a la hora de interpretar. Salvo la vocalista, el resto de los integrantes permanecían bastante estáticos, y aunque había interacción con el público provincial, la puesta en escena no coincidía con la quietud.

Sólo Olaya animaba el ambiente en un repertorio de temas propios cargados de una inaudita instrumentalidad, como tocar un bajo con un arco de violín, flautas o el propio teclado o sintetizador. Mala no es la inclusión musical, pero cierto es, a mi parecer, que empezar un recital con una versión, por muy bien que se ejecute, queda algo regular. Cada tema sonaba diferente, fueran In the Gap, Dulce Condena, Zero Levedad (la gente local tronó mucho aquí, y la verdad que fue el mejor, a mi criterio) Albare y Qué Esperas. Aunque la frontwoman hacía todo lo posible por darlo todo, no era muy correspondida por el resto de la banda, aunque lo aludo a la perfecta ejecución musical y evitación de errores.

 

Finalmente, a modo de despedida, ofrecieron otro cover, Somebody to Love, que sinceramente, me gustó mucho más que el inicial. Aunque fue difícil encajonarlos en un estilo específico, diría que LEVEDAD ZERO se mueve entre Metal Alternativo, Pop-Rock y toques sinfónicos. En éstos últimos me detengo para felicitar a Olaya, pues su voz promete un futuro largo con los cuidados y entrenos continuos. Al anochecer y con una Fanta en las manos, se cambió el escenario para acoger a quienes, en mi criterio, dieron lo mejor de los mejor del festival.

Setlist

1º Enjoy the Silence (Depeche Mode Cover)

2º In the Gap

3º Dulce Condena

4º Zero Levedad

5º Albare

6º Qué Esperas

7º Somebody to Love (Queen Cover)

ARS AMANDI

Sin pérdida de tiempo y acorde a la organización temporal, la banda abulense ARS AMANDI salió a todo color y potencia con ese estilo tan castellano y folclórico que me hace vibrar al máximo. Tuve el inmenso placer de trabajar, durante la peor época de la pandemia, en Ávila y quiero dejar constancia del bar Rosa Negra, donde mi devoción por la banda quedó registrada. No quiero ser demasiado adulador, pero todo, absolutamente todo el recital no pude evitar dejar de headbangear y corear los acertados temas que eligieron de repertorio.

 

Con seis álbumes a la espalda, la Covid19 no quiso que la agrupación presentase su último trabajo, En Tierra de Castillos, a lo largo de este destrozado y ruinoso país. La Voz que Me Guía es un himno allá donde suene y Jaén no quiso quedarse atrás. A pesar de ser el único miembro original, Dani sabe bien cómo hacer de vocalista, flautista y animador a la vez. Verlo trotar de un lado para otro era otro toque de aliciente para la perfecta puesta en escena junto al resto de la banda. ¿Os habéis fijado en el violín del otro Dani? ¡No, no lo es! ¡Es una guitarra en miniatura que suena como un violín! ¡No me hagáis la contra, joder! ¡Mirad las fotos, coño! Sonaba de puta madre, y si le añades el estilo folclórico, ¡alegría para el cuerpo!

Son ídolos castellanos y lo demuestran a cada riff, coro o zona solista. Haciendo un breve repaso a su discografía, sonaron Tu Ley y El Viajero, donde se evidenciaba la potente presencia del bajo, ya que David lo hacía sonar como un instrumento divino. Se le veía sueltos, cómodos, incluso diría que deseosos de verse con el público. La pandemia frustró muchos planes de la banda, así que era el momento de sacar a relucir el nuevo álbum. Defensoras de Pallantia festejó el arte metalero que tiene ARS AMANDI tras casi 9 años de ausencia en el estudio. ¡A cada tema, mejor se les escuchaba!

 

Aunque querían seguir la veda actual, derivaron el setlist hacia sus primeros años, escapando interpretaciones legendarias como No Queda Sino Batirnos y Camino sin Fin, el tema que abrió su primer álbum lanzado en 2003, Autóctono, el cual se conformó como un mazazo abulense sobre la escena metalera nacional. De vuelta a los tiempos modernos, la banda nos regaló un pedazo de historia, donde la ciudad de Numancia y la derrota sufrida en la misma sirvieron de inspiración para escribir el Poder de Caelia. Claro está que, si el público ovaciona y quiere más, lo lógico es reventar la escena con una égloga épica. ¿Qué hubieras escogido de la discografía que no fuera Ábula? ¡Ninguna, por favor! Es que era una delicia verlos tan agradecidos que yo me hubiera quitado la mascarilla y habría coreado a los cuatro vientos. Imaginaos, a quienes no estuvisteis en el concierto, el espectáculo de música medieval y castellana en un auditorio en el que nos encontramos. ¡Ni los mismos dioses se atreverían a levantar la mano!

A sus Gentes quedó como el último bocado de un álbum que, para ser reciente de hace un par de años, ya se conforma como un himno de Castilla y León. Quedaba poco tiempo y yo esperaba algún tema del disco olvidado, El Rincón de los Deseos, lanzado en 2010. Sin embargo, nos complacieron con otra interpretación que va directa al pecho. Volviendo Dani a las andas del extravagante violín y los espléndidos coros, Escuchando al Corazón me llegó más allá de los sentimientos; a la poca alma que me queda. ¡Espera, lector! Si quieres sentirte nostálgico y feliz a la vez, ARS AMANDI hizo que la versión Abre la Puerta Niña de TRIANA fuera mítica en un festival que ya dejaba las medidas del Covid19. No por despecho, ¡ni mucho menos! ¡La ocasión lo merecía! La banda no se olvida de sus raíces y tras la fabulosa ejecución versionada, La Suerte Está Echada cerró el tiempo a una banda que cumplió su objetivo con creces, dar un tremendo disfrute para gusto de todos. Hay veces en que me imagino al grupo en la Edad Medieval; ¡vaya espectáculo sería, reservado para reyes y leyendas!

Setlist

1º La Voz que Me Guía

2º Tu Ley

3º El Viajero

4º Defensoras de Pallantia

5º No Queda Sino Batirnos

6º Camino Sin Fin

7º El Poder de Caelia

8º Ábula

9º A Sus Gentes

10º Escuchando al Corazón

11º Abre la Puerta (Cover)

12º La Suerte Está Echada

VHÄLDEMAR

La noche llega a su máximo dominio y con un bocadillo en mano, es el turno de una banda que no deja aire a su paso. Quizás no hable de respiradores ni UCI, pero sí afirmo que Carlos Escudero, vocalista de VHÄLDEMAR, tiene potencia de sobra para barrer la Covid19 a fuerza voluntad, personalidad y metal a muerte. ¡Así es! El quinteto vasco estaba decidido a reventar el festival y, por suerte, ¡lo cumplieron! No hubo ni un sólo rincón donde esconderse de Escudero, quien dejó claro que el alma de la banda, aparte de sus canciones y estilo power metal, era el público que los aclamaba al unísono. Con una puesta en escena dedicada a su sexto y último trabajo, Straight to Hell, no quisieron dejar de lado la presentación de tan brutal álbum.

En mitad de una pandemia, con la cultura destrozada, VHÄLDEMAR dio rienda suelta al primer bocado del nuevo disco con tres fabulosos temas, Death to the Wizard, Straight to Hell y Old King’s Visions VI. Debo decir que, desde un principio, todos los integrantes se fusionaron en un ente único, como una pared con múltiples caras. La única diferencia fue la base musical, el ámbito bajista. Debido a circunstancias personales, el bajo Raúl Serrano quedó en manos de Edu Martínez, quien no iba a deshonrar la oportunidad de expresarse al máximo nivel. Buena sonoridad, nivelización, modulación… No soy técnico ni ingeniero de sonido, pero sí alego que VHÄLDEMAR no falló en la musicalidad técnica.

 

Pedrito botaba de un lado a otro, porque si no le ves las manos en los trastes, menos esperanzas hay de verlo quieto. Manteniendo la ambientación, Jonkol sonreía a cada riff, solo o coro, lo cual demostraba la confianza que tenía en sí mismo, como el resto de intérpretes. Finalmente, Jandro tiene un propósito muy claro allá donde va, dejar la batería tan destrozada que ni los creadores la reconozcan de vuelta al taller. No es la intención, ¿pero qué esperas de una banda de power metal? Y mejor no hablo de Escudero, pues aparte de buen cantante, forofo del público y gran jugador en el placaje, tiene fuego para rato. Si no, que se lo digan al “Quemapúas”, con el que tuvieron de derrochar paciencia tanto los de seguridad, como el propio Escudero. ¡Eso sí es tener un alma de metal y rebeldía!

Con una sensación de fiesta total, la banda no quiso olvidarse del álbum predecesor, Against All Kings, el cual batió los récords registrados hasta el momento de su lanzamiento. Metalizer hizo saltar a los asistentes de los asientos, volando mascarillas, cervezas y otros objetos valiosos. Los vascos saben bien cómo empezar un disco a lo bestia, de modo que si el primer tema no te convence, ¡que suene 1366 (Old King’s Visions V)! Confianza, buena interpretación, conexión pública… Lo tenían todo en el festival y no había manera de pararlos.

 

Debido a la ganancia creciente, VHÄLDEMAR regresó al último disco con My Spirit y Black Mamba. Si hablo en términos generales, nos presentaron la mitad del álbum, lo cual se agradeció bastante, más sabiendo que apenas pudieron presentarlo debido a la pandemia de la Covid19. El sonido seguía igual de bueno y limpio, así que Escudero aprovechó para interactuar más con los fans y público, dando paso a pedazos musicales de la historia de la banda. Mediante The Old Man y Howling at the Moon, el espectáculo se acababa y para VHÄLDEMAR, era imprescindible acabar de la mejor forma posible.

¿Por qué no recordar viejos tiempos? Según Escudero, la culpa de ser integrante y frontman era de Pedrito, así el homenaje a la trayectoria se remontó a principios de siglo, exactamente casi dos décadas. Bajo el título Fight to the End, se inició una carrera metalera que aún sigue dando mucha guerra. Por ello, tronó Lost World, donde Escudero pasó más tiempo en el recinto que sobre el escenario, fuera bebiendo cerveza, agradeciendo las múltiples muestras de apoyo y sobre todo, ¡metal a muerte! Claro está que, tanta fuerza y potencia tendría que tener un origen, donde Energy se conformó como el toque final de un recital que no dejó ningún cable suelto.

Setlist

1º Death to the Wizard

2º Straight to Hell

3º Old King’s Visions VI

4º Metalizer

5º 1366 (Old King’s Visions V)

6º My Spirit

7º Black Mamba

8º The Old Man

9º Howling at the Moon

10º Lost World

11º Energy

SPHINX

La medianoche era próxima, así como el fin de un Barcia que se hacía muy corto, especialmente para aquellos que disfrutaban de una oportunidad sin precedentes. A modo de cabezas de cartel y paisanos andaluces, la banda SPHINX sería la encargada de poner la nota final con la que, según palabras propias, “sería una noche inolvidable”. Lo fue, sí, en parte; más por motivos que se expondrán al final de esta crónica. Con el consiguiente cambio de decorado y comprobación técnica, el quinteto gaditano saltó al escenario dispuesto a superar el nivel de los intérpretes antecesores. Sin embargo, a mi parecer, no lo lograron, pero se quedaron cerca.

 

SPHINX ha tenido sus altibajos, fuera por diversos problemas y circunstancias hasta la separación en 2014, poco después de su último trabajo, Chronos. En 2019, volvieron a la carga y como en todo el país, la pandemia se cebó con ellos. No obstante, su frontman, Manuel, nos dejó la primicia y voluntad de la banda para sacar un nuevo disco y más de una docena de temas. Una buena noticia que sanó, en gran parte, múltiples fallos que rodearon a los intérpretes y su setlist. Por mi experiencia, siempre que ha tocado SPHINX en algún festival donde he ido, los he visto y su actuación, más o menos, ha sido impecable. Quizás fuera por ser el máximo exponente del festival o por el hecho de ser una reunión musical, no me convencieron del todo durante el concierto.

 

Si hablamos de artistas, Manuel sigue teniendo una voz digna de los dioses, que no dejó lugar a dudas del cuidado que se proporciona a sí mismo. Justi y Alex dejan las guitarras en un pedestal difícilmente alcanzable, sea en riffs, solos o acompañamiento. Por otro lado, la batería perdió a un miembro legendario, Carlos Delgado. ¡Espera, coño! Si vemos a Antonio Pérez cogiendo las baquetas y los bombos, la salida de Carlos no se siente tanto. Por último, el alma central rodea al bajo, donde el incombustible José (El Pepe, para los amigos, el Pepe XD) tiene más parecido con Harris de lo que se cree la sociedad. No sólo por la manera de tocar, sino también por el estilo sajón que caracterizó el heavy metal de las últimas décadas.

Volviendo al concierto, el público se había entregado a ARS AMANDI y VHÄLDEMAR, pero todavía había jugo de sobra para SPHINX. Evocando su tercer álbum lanzado en 2005, Paraíso en la Eternidad, la banda abrió con los temas No y Destino. Aquí fue donde dejaron claro su intención de regresar al mundo musical y seguir la trayectoria profesional. Las cuestiones y arreglos técnicos los acompañaron en ciertos momentos, aunque no supusieron una dificultad para disfrutar del excelente combinado de melodías y coros perteneciente a ambas interpretaciones.

 

Uno de los principales fallos fue el estancamiento posterior en los dos primeros álbumes, Sphinx y Mar de Dioses. Ambos son excelentes, ¡no hay duda alguna! La pregunta es, ¿dónde quedó el espacio para Renacer y Chronos, quienes vieron la luz en 2008 y 2013? Se entiende que las raíces son importantes para un grupo, pero no es de buen agrado interpretar canciones clásicas y olvidarse de los tiempos modernos. En pocas palabras, no hay que vivir del pasado, aunque sea un tour de reunión. La Muerte Sobre un Papel es un tema legendario y de culto para la banda, y el público reaccionó de igual manera. Tal fama ha ganado la interpretación que es obligatorio tocarla en directo de forma asidua.

Le siguió Recluso 943, dejando Manuel una voz potente, clara y que resonaba en todo el recinto. A su lado, José (El Pepe) sonreía más a los asistentes que a su instrumento. Para mí fue, junto a Escudero de VHÄLDEMAR, los grandes triunfadores del festival. La gente sólo tenía ojos para él y bien que lo agradecía con gestos y señas. Algo que siempre me ha encantado de SPHINX es la capacidad de crear música con temas sociales tan deplorables como la violencia de género. Noche Maldita es la elegía de la banda hacia un acto mísero y cobarde como es levantar la mano hacia una mujer por el mero hecho de ser fémina. Un acierto que, en estos tiempos de crueldad, viene bien recordar los valores morales y éticos de las acciones sociales y su repercusión no se quedó atrás Almas sin Paz, otro clásico recogido del baúl y cuyo sonido melancólico evoca lágrimas incluso en los corazones más fuertes.

De nuevo, Manuel da sentido a otro tabú social como es la Salud Mental. Como enfermero que ha trabajo con usuarios de psiquiatría y psicología, me gustaría dedicar este párrafo a felicitar a SPHINX por haber otorgado voz a aquellas personas que la sociedad siempre trata de apartar, etiquetar y estigmatizar. Como metalero y sanitario, me enorgullece que un grupo musical quiera visibilizar un pedazo de la Sanidad, así que para mí, Momentos de Lucidez fue un tema que no sólo me representa en estilo heavy y líricas, sino a todos. No olvido a Ángel sin Piedad, que tras acabar la predecesora, dejaba el listón muy alto para el certero final del evento.

 

Mezclando las temáticas propias de los primeros trabajos, Santa Maldad supuso un cambio radical, pues nadie se esperaba la colaboración del recién estrenado frontman de AZRAEL, José Ángel Díaz, en la ejecución vocal. El dúo caldeó el ambiente de una manera brutal, quedando el público tan satisfecho que nadie se daba cuenta de la hora que era. Aunque se echaba de menos la inclusión de interpretaciones modernas, muchos aspectos hicieron que SHPNIX diera un repertorio digno de una reunión. Quizás por eso, su tema homónimo fue la guinda del pastel que hizo que me levantase del asiento, me acercase al escenario y cantase con la banda a pleno pulmón. Una velada daba a su fin y hay que reconocer el mérito, puesto que el esfuerzo se ha de valorar cual virtud.

Setlist

1º No

2º Destino

3º La Muerte Sobre un Papel

4º Recluso 943

5º Noche Maldita

6º Almas sin Paz

7º Momentos de Lucidez

8º Ángel sin Piedad

9º Santa Maldad

10º Sphinx

BARCIA METAL FEST toma su despedida y no, ¡no queríamos! ¿Por qué abandonar un lugar que acogió un bastión de la cultura segura en plena pandemia? El merchandising llama la atención de los stands, pero en mi cabeza, el caos tenía que ser ordenado para relataros esta breve, intensa y detallada crónica. Tengo demasiadas cosas en la cabeza y pocas de ellas, buenas, en sentido literal. Puede que Juanma y el resto de la organización supieran mis palabras a continuación; les daré la satisfacción de repetirlas conmigo. No tiene palabras su trabajo, sea en música, control, ambiente y lo más importante, esperanza… Esperanza en un mundo que entiende la verdad escondida en el metal. En mi vuelta a mi consulta, pacientes y patologías, no dejaré de repetir la inmensa alegría de haber estado en el festival y si tú, lector, sientes mi felicidad, ¡estás equivocado! No me creas, sino que deberás verlo con tus propios ojos. El año que viene, déjate las tonterías y ven, puesto que en el metal, cualquiera es bienvenido al arte musical. Desde TheMetalFamily y Alcázar de San Juan, Wesker, no el mejor o más profesional; sí el enfermero más heavy de la Sanidad.

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