“El tiempo y el espacio no existe. Amigos, estamos en casa”

Por el ya lejano 1987, SUMO, una de las bandas más relevantes del rock argentino, encontraría su final con la muerte de Luca Prodan. Sin embargo, algunos de sus integrantes seguirían aferrados a la idea de música como estilo de vida.

Este grupazo del otro lado del charco es el fénix que nació de las cenizas gracias a la mano de Ricardo Mollo (guitarra y cantante), de Diego Arnedo (bajo) y de Gustavo Collado (batería). De “La División” nació DIVIDIDOS, y juntos marcarían el nacimiento de “la aplanadora del rock” argentino.

Esta semana, el miércoles 12 de julio en la sala SB Experiences (Alicante), tuvo lugar el tercer concierto de la banda como parte de su gira 35 aniversario en España.

Aunque la sala abría a las 20:00 y el concierto daba comiendo a las 21:00, todos sabemos que esos tiempos rara vez se respetan, entrando casi a la hora de inicio y dando comienzo el concierto una media hora más tarde.

Pero esto daba igual, la sala estaba repleta de paisanos de nuestros anfitriones, todo impregnado de banderas celeste y blanco y acentos del otro lado del charco ya más que conocidos.

Como no podía ser de otra manera, con la proyección del Teatro Fénix de Argentina de fondo, empezó a sonar el himno de la patria argentina interpretado por el grupo. Una pregrabación para poner a tono al público y permitir a los integrantes colocarse en sus puestos de salida. No podemos negar el sentimiento del público interpretando su himno nacional tan lejos de casa, casi me dio envidia.

Pero la melancolía pronto daría paso al rock y a los pogos, a los botes de cerveza volando y los gritos desafinados a coro.

No soy fan desde hace demasiado, pero el hecho de no conocer algunas de las canciones no me impidió disfrutar del concierto. Los tres músicos del tamaño de titanes llenaron la sala de forma espectacular. Su calidad interpretativa no daba pie al aburrimiento, pero sino tenías suficiente el público te arrastraba a su ánimo a base de empujones, abrazos y codazos.

Como no podía ser de otra manera, entre canción y canción el público interpretaba el canto de batalla de la hinchada. He de confesar que no me lo esperaba, que resulta ser una tradición a la que te unes con facilidad a la cuarta vez que se repite.

Canción Batalla de la Hinchada:

“Escúchalo, escúchalo, escúchalo (x2)

La aplanadora del rock and roll

Es Divididos la puta que lo parió”

Uno de los momentos más emocionantes, no por su épica sino por su peso, fue cuando interpretaron ¿Qué Ves?. Cuando llegó el estribillo, el coro del público llegó a eclipsar la voz amplificada, provocando la emoción del cantante, que se apartó del micrófono para dedicarse a escuchar a su público. No fue la única ocasión en la que ocurriría algo así, pero fue la primera y, por lo tanto, la más impactante.

Algo similar ocurrió con la interpretación de Spaghetti del Rock. Ricardo Mollo, solo con su guitarra y el canto del público, llenó los huecos del resto de integrantes sin problema. Una interpretación casi intimista, pero a viva voz.

Podríamos seguir enumerando grandes momentos en Par Mil, ¿Qué Tal?, El 38… Cielito lindo… Joder, no terminaríamos nunca.

Pero es que, hacia la mitad del recital, el batería se quedó solo en el escenario… este interludio a la percusión fue espectacular, despertando los gritos del público. La interpretación llegó al orgasmo cuando entraron el resto de los componentes y comenzaron a tocar su versión del Arriero, generando la locura en la sala.

La “aplanadora del rock”, conociendo su pasado y el gusto del público, también tocó temas de su grupo germen: SUMO. De esto en concreto conozco menos, pero, como ya he dicho, sigue siendo disfrutable.

Lo peor del evento fue, quizá, la propia sala. No sé si la puntualidad dependía de ellos, pero abrir una hora más tarde a la hora que marcan produce que todo vaya con prisas. Tal fue, que prácticamente ni pidieron entradas. Cuando llegábamos a las puertas de la sala nos hicieron pasar con un vistazo al móvil o a la fotocopia de la entrada sin cotejar nada… Dando pie a comentarios como: “Si lo llego a saber, compro una, hago tres copias y listo”.

Aunque por lo demás, la sala me sorprendió para bien, en cuestión de sonido podría mejorarse. Los instrumentos se escuchaban una barbaridad, dejando a la voz casi en mute. Para cuando tocaba solo uno de ellos acompañando a la voz, esta se escuchaba demasiado. Pequeños errores que mejorar.

No tengo más que añadir salvo que se me hizo muy corto… No sería lo ideal tener a la banda esclavizada tocando tres horas, pero no puedes evitar quedarte con las ganas de más. Por ello me sorprendió que el público no gritara pidiendo “otra”.

Me hubiese encantado que, ya que era la gira 35 aniversario, hubiese habido artistas invitados como Gillespi, el disco que tienen con él (Experiencia 432 [Bulín Finoli]) es uno de mis favoritos. Pero entiendo que DIVIDIDOS son 3, compaginar agendas es a veces inviable y que traer músicos es caro.

Sin embargo, no puedo tener quejas. Tocaron Ala delta así que estoy más que satisfecho. Fue una gran experiencia que me encantaría repetir, pero esta vez sabiéndome cada maldita canción.

Si no conocen a la banda, muy mal, vayan corriendo a su plataforma de confianza para escucharlos. Pero más aún, si tenéis la oportunidad de ir a ver algún concierto suyo, aún podrían estar a tiempo así que chequéenlo.

Me encantaría terminar con una de las frases que repitió en varias ocasiones Mollo y que resume muy bien lo que se sintió en el recital:

“El tiempo y el espacio no existe. Amigos, estamos en casa”