Nos congregamos en la sala Garaje Beat Club de Murcia en este jueves santo del año 2022 del calendario gregoriano.
Con un leve retraso, iniciaba la homilía. Como ferviente creyente, empezamos ese vía crucis con una introducción más larga que la travesía del desierto por Moisés y su pueblo (unos 12 minutos).
Se alzó EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO, más alto y esplendoroso que cualquier otro. Y cual torre de Babel reunía todas las tribus y poblaciones rockeras y metaleras a sus alrededores, pero a diferencia de dicha torre, aunque cada uno tuviera su propio lenguaje fueron capaces de unirse en una profunda comunión.
Tras acogernos para liturgia del señor, empezamos la misa, entre cantos de guitarras, y aclamaciones de los feligreses. Estaba todo controlado con un sonido límpido, donde se distinguía cada uno de los punteos de los instrumentos. Los nazarenos nos ofrecían un recital de sus mejores salmos, dedicado a la grandeza y bondad del señor y del ser humano.
El ser humano peca, y quizás quisieron dejar patente esa mancha con el color rojo fijo sobre su batería, color que contrastaba con el blanco impolutos de las túnicas de los otros tres penitentes.
¿Puede la música instrumental transmitir un mensaje? Tras recibir la llamada de EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO, puedo afirmar que sí, un mensaje de paz y armonía, pero a su vez una llamada a rechazar la violencia del mundo, y centrarse en hacer el bien y más que hacer el bien, transmitir esos valores al resto de una humanidad cada vez menos humana.
Yo como pobre pecador, me uní a este rezo, llegando al culmen cuando uno de sus guitarristas se bajó al público y lo abrió tal como lo hizo con el mar. La audiencia se abrió para un quizás modesto, pero honrado wall of death. Todos se fundieron en una masa que desprendió una energía que solo la unión de las fuerzas puede crear.
Y usando el título de uno de sus temas me despido: El que es bueno, es libre aun cuando sea esclavo; El que es malo, es esclavo aunque sea rey.
Id y recuperad la Fe, la Fe en la humanidad, la fe en el mundo, y cuando hayan hallado la salvación, arrodíllense ante EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO.
