Crónica: El Murcia Metal Meeting se estrena con shows cargados de death y thrash metal

El brutal death metal y slam metal abrieron el evento con una clase magistral de COCKOROCH, una naciente banda que demostró ser un terremoto de principio a fin, arrasando al público sin piedad. Un simple trío de artistas dio más tralla y caña que una apisonadora sobre la sala GBC. Para aquellos que no conozcan a COCKOROCH, deberían darle una oportunidad a la original combinación de la corriente vegetariana y un toque de humor fuera de lo común. Su show fue tan icónico que les faltó decorar el escenario como una granja ecológica, ¡en el buen sentido!

Todos sabemos cómo se las gasta el slam metal, el cual profundiza los abismos adyacentes del género grind, pero COCKOROCH tiene otro sentido diferente. Nyria, en las cuatro cuerdas, así como Achokarlos y su guitarra rompían las mentes con unos ritmos y melodías repletas de guturales y breaks que incitaban a un moshpit constante. El sonido era tan claro y nítido que pocos oídos podían soportar una calidad extrema tan especial. Sin duda, entre la batería de Leo y el dúo principal, se creó un ambiente explosivo que, a mi parecer, sólo DUST BOLT igualó en las horas siguientes. Había un vínculo social notable, pues el público coreó algunos temas, quedando la canción homónima como una despedida a lo grande.

Sin tanta bestialidad como los antecesores, la banda local MURDERY hizo acto de presencia para presentar su segundo álbum, Bloodshed. Conformados como un cuarteto con mucha experiencia y ensayos detrás, tuvimos la oportunidad de disfrutar de un death metal fuerte y potente, sin olvidar la crudeza y los guturales que se gastaba Tito, el cual no paraba quieto con un azogue digno de admiración. El carisma de los integrantes fue un continuo intercambio social de impresiones, ya que todos tuvieron su protagonismo musical. El sonido dejó algo que desear durante los primeros temas, pero se solucionó rápidamente.

En un despliegue básico de puesta en escena, MURDERY no dejó pasar la oportunidad de romper la idea que los asistentes preconcebían durante el interludio de cambio. Ver la fuerza con la que aporreaba David la caja y el bombo era la misma que Chris expresaba al tocar su bajo, sacando unos graves que ahuyentarían a un seísmo. En mitad de los moshpits, Tito envalentonaba los ánimos como si le fuera la vida en ello. Sin perder su imponente actitud directa, compartió el protagonismo frontal con Juan, el brutal guitarrista y artífice de la locura vivida en la GBC. Dejándose su alma en los cortes que interpretaron, bien se mereció la ovación de los presentes, ya que poco cansancio tenía al finalizar el show.

El thrash metal murciano no se hizo esperar, aunque la tarea no recayó en la capital, sino en la rival costera, Cartagena. Sin ganas de terminar la presentación oficial de su tercer álbum, INJECTOR realizó un concierto del recuerdo y donde vimos otro estreno del nuevo batería tras la salida de Aníbal, Juanjo. No decepcionó en su tarea percusionista, pero se echaba de menos el toque carismático que Aníbal daba a los shows con su actitud despreocupada y de maestría. No hay que castigar a la banda, ¡por supuesto! Obviando los pequeños problemas de monitoreo que tuvo Dani en su guitarra y algunos bajones en el control de la voz, la banda se sobrepuso con creces a la adversidad e hicieron vibrar al público como ellos sólo saben.

Siempre diré que, al paso que va INJECTOR, se convertirá en la banda nacional que mejor recoge el legado thrasher de Jeff Waters y ANNIHILATOR. Oír los pesados riffs machacantes de March to Kill o el increíble bajo de Mafy en Oppressive Force son razones suficientes para ello. Hacen bien su trabajo, ¡y eso indiscutible! Un momento de calidad divina nos otorgaron cuando, tras tocar el corte Cotard Delusion, aparecieron ambos guitarristas al cuadrado con su genial versión de Practice What You Preach, el himno de TESTAMENT que levantó la nostalgia y lágrimas en los thrashers; no por la mítica banda, sino por lo bien que se ejecutó el tema en todos los aspectos. Enemy of the Sun remontó los inicios del grupo cartaginés y acabar con Dreadnought Race es otra prueba de que Mafy nació para ser bajista, dejando el listón muy alto a los graves en todo momento.

Siendo el único representante del ámbito internacional en el encuentro; más bien europeo, la figura recayó en los germánicos DUST BOLT, una banda que por donde pisa, deja un huella imborrable, sea en el lugar, los asistentes o su particular visión del thrash metal. En dos meses, lanzará su quinto álbum de estudio, Sound & Fury, así que su presentación estaba más que obligada, y encima siendo su último concierto del año. Con la inclusión de Tom al bajo, el grupo ha logrado completar la formación que querían, y así lo demostró en directo. Las ondas sonoras no cesaron en calidad, pues el ajuste técnico que les envolvía podía ser percibido desde el exterior sin ningún problema. Todos estos aspectos hicieron que DUST BOLT arrasase en la GBC y marcase otro hito en tierras españolas.

Ambos guitarritas, Lenny y Flo, enseñaron que forman un dúo musical sólido que no entendía de rupturas, sólo thrash metal y rapidez desmesurada. Al fondo del escenario, Nico es una bestia de las baquetas, pues con ver cómo quedó la batería al final de la actuación era motivo de arrodillarse a sus pies. No fue lo único reseñable de él, pues su continua sonrisa y alegría se contagiaba en los asistentes. Enclavado a un lado, Tom hizo que nos olvidásemos de Bene mediante una habilidad grave que combinaba aptitud y headbanging precioso. Su melena se sentía tan cerca como el hecho de acercarse al público al borde del escenario.

El elenco de temas se centró en el inminente disco y el aclamado Trapped in Chaos, mi álbum favorito de ellos. No obstante, la apertura se hizo increíble e inesperada con Toxic Attack y Chaos Possession, canciones de los primeros trabajos de los germánicos. A partir de ahí, el old school moderno se hizo patente en la continuación musical. Hubo tiempo para presentar el nuevo sencillo, Disco Nnection, así como para hacer un juego vocal en base al estribillo de Sick X Brain. El momento más álgido del show ocurrió al bajar Lenny junto al público y armar un moshpit alrededor de él durante Agent Thrash. Ni rodeado de gente fue intimidado, lo cual se tornó en una fiesta total que pareció terminar con una sentida despedida. Eran únicos en la noche y regresaron para finalizar con I am the One, un temazo en pelotas donde el frío no tenía cabida mientras hubiese metal extremo a raudales. Una velada murciana que resultó especial e importante a la vez, ¡y esperemos que se repita!