Crónica: Lluvia de rock en el AYALA UNDERFEST

Nos dirigimos a la segunda edición del AYALA UNDERFEST, y si la primera edición fue marcada por la lluvia, lo normal en un mes de diciembre, teníamos gran esperanza en poder disfrutar más cómodamente de la calle López de Ayala en esta segunda edición, visto que la fecha era en teoría más halagüeña. Las previsiones el día anterior seguían siendo positiva, ya que, a pesar de anunciarse una jornada nublada, había pocas probabilidades de agua. La ley de Murphy no falla, y conforme nos acercamos a La Línea, vemos como las nubes en principio amenazante se convierten en tromba de aguas, trombas que obligaron a desmontar el mercado de vinilo, para reubicarlo dentro de uno de los dos locales que organiza el festival, y que no pudiéramos disfrutar de DJ Ligre pinchando en la calle.

Debido a esos cambios de última hora se retrasó el inicio una hora, para reubicar todo, y que el público pueda acudir tranquilamente al evento.

LOMA BAJA

Con el TPOP lleno inició LOMA BAJA, un cuarteto experimental que dejó a más de uno boquiabierto. La música es una mezcla de ondas, y LOMA BAJA supo jugar con las ondas convirtiéndola en un flujo de incesantes sensaciones, donde los teclados tuvieron un gran protagonismo junto a la batería. Una experiencia que se disfruta con todos los sentidos, tanto que se respiraba la música, se sentía las vibraciones en el pecho. Una actuación que terminó de manera apoteósica con los músicos desatados, y Víctor Teixeira arrancando las cuerdas de su guitarra mientras manipulaba manualmente sus pedales.

JAMES VIECO

Uno de los grandes atractivos del festival era ver en acústico a JAMES VIECO, guitarrista y vocalista que se presentaba en solitario. Decir que James ha mamado de la música de los años 90 es indudable, ya que lo primero que me vino a la cabeza al escuchar su EP, Nimaya, es la gran influencia de bandas como ALICE IN CHAINS. Una actuación llena de matices y sentimientos, con un artista que sabe defenderse solo ante el peligro. Me quede maravillado con el concierto, en particular con Hiding, tema con el que cerró el concierto.

THE SILVER LININGS

THE SILVER LININGS me sorprendió por la composición de la banda, con tres guitarristas. Tras el derroche de locura de LOMA BAJA, o la sensibilidad de JAMES VIECO el sonido de THE SILVER LININGS rompía con la tendencia del festival, al ser muy convencional. Sin embargo, y desechando comparaciones odiosas, disfrutamos de ese rock bien elaborado, con estribillos pegadizos y melodías de guitarras superpuestas en capas que crean un ambiente particular donde reboza el virtuosismo. Una actuación que convenció al público que se entregó de principio a fin al quinteto.

SE PERMITEN SUBMARINOS

La gran sorpresa del festival vino de la mano de SE PERMITEN SUBMARINOS, trio onubense de rock. Clasificar esa banda puede resultar peliagudo, ya que la banda iba cambiando de registro en cada tema, stoner, doom, punk, rock sureño, incluso country, pero todo ello con carácter, sonido propio, y, sobre todo, entrega y ganas. Veo aun el espejo colgado de la pared moviéndose al ritmo de la música, amenazando con caerse, pero permaneció firmemente atado a la pared, tan firme como las ganas de u tres jóvenes que quieren revolucionar la escena musical.

SATURNA

Tras su actuación en solitario, volvimos a ver a JAMES VIECO, esta vez con la banda SATURNA, quinteto de rock barcelonés. Me quedé prendido de la banda desde el inicio, con un sonido muy setentero, pero a la vez actual. La banda ocupó perfectamente el escenario, interactuando perfectamente con el público que abarrotaba el bar, hasta tal punto que moverse de una punta a la otra resultaba casi misión imposible. SATURNA cumplió a la perfección con su cometido, cerrar el festival por todo lo alto, dejando los asistentes con ganas de más.

A modo de conclusión, dar la enhorabuena a la organización por el trabajo, el poder de reacción ante el clima adverso, y haber ofrecido un gran cartel y un gran espectáculo. Gracias a los locales, TPOP y Tabanco Canaya por su buen hacer, y buena acogida. Con iniciativa como el AYALA UNDERFEST, poco a poco el rock recupera las calles y los bares, se ve claramente que la gente pide a grito más eventos del estilo, solo hay que saber escucharlos, y rechazar el camino fácil hacia la música de masas.

El rock no ha muerto, y la lluvia ni se lo lleva ni lo diluye, solo lo hace más grande y épico.

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