Hay días que, sencillamente, no son los más propicios para un festival, a todas luces, alternativo. No sólo por la fuerte competencia de estilos similares en otras salas de la ciudad (en Granada siempre coinciden varios conciertos del mismo estilo y eso, ha dejado de ser relevante), sino porque el día, de lluvia y frío intensos, no invitaba a salir de casa.
Aun así, llegar a Petite Cabaret y ver una más que generosa afluencia de gente, que fue aumentando antes de que dieran comienzo los conciertos, fue un placer y, la constatación, de que hay que tirar adelante con estas iniciativas, sea como sea. Reseñar, por justicia, el buen trato recibido y la sensación de ser bien recibida como prensa. Da gusto que las bandas compartan ese sentimiento de “escena” con los que la vivimos desde el otro lado del escenario.