Crónica METAL PARADISE: Día 1

(Fotografías por Isabel Alonso)

Pese a que el año pasado el COVID y sus consecuencias dejaban en el dique seco la primera edición del Metal Paradise, un año después la situación dejaba un atisbo de luz ante la difícil situación actual de la música y más específicamente del rock y el metal. Eran muchas la ilusión y las ganas puestas en celebrar un festival en el sur y más en concreto en Fuengirola.

Desafiando los elementos y las actuales restricciones, la organización se aventuró a convertir la Costa del Sol en la Costa del Metal de nuevo. Pese a que el anuncio del festival no contó con tanto tiempo para su promoción como el de la anterior edición (apenas un mes) y la controvertida decisión unas semanas antes de realizar un test de antígenos previo a la entrada del evento, nada pudo frenar el huracán musical que nos tenían preparados.

El día pintaba bien pues la brisa marina estuvo presente los dos días del festival, algo que hizo soportable el calor que nos brindaba el sol de agosto. Previo al festival se llevó a cabo el test de antígenos desde primera hora de la mañana. El lugar fue en el recinto amurallado del Castillo de Sohail por personal sanitario y tuvo lugar sin incidentes y muy pocos positivos. Ante todo la seguridad era uno de los principales objetivos de la organización. 

En todo momento hubo personal de seguridad controlando el uso de mascarillas, obligatorias en las zonas frente al escenario. Además la organización había preparado grandes espacios abiertos en los laterales con mesas y sombra para poder comer, beber (y fumar). Frente al escenario una plataforma en pendiente, dividida en dos zonas acotadas, permitían al público ver el escenario casi a la misma altura. Además también se habilitó unas gradas detrás para descanso del personal que no quisiera perderse ninguna actuación. Todo listo dentro del recinto, nuestro reporteros preparados para cubrir el festival… solo faltaba una cosa… el principal protagonista : ¡la música!.

LÉPOKA

(Por José Emilio Paqué)

Los encargados de abrir el festival fueron LÉPOKA. La banda de folk metal española tuvo la ardua tarea de poner en marcha toda la maquinaría musical que el festival había preparado para el primer día. La hora no era la mejor, pues todavía había gente llegando al recinto y muchos de los que estaban, prefirieron cambiar el sol de la Costa del Sol a las cinco de la tarde por una cerveza fría en las zonas de sombra preparadas por la organización.

Pese a no poder contar con juegos de luces como otras bandas, y tener como enemigo el calor,  supieron aprovechar la oportunidad para presentar su último álbum El baile de los caídos, un trabajo muy heterogéneo con el que la banda ha dado un salto de calidad en buena dirección hacia el futuro.

Con una actuación muy dinámica, y bajo la atenta mirada de sus dos grandes monjes hinchables que flanqueaban la batería, supieron ganarse al público presente. Con temas como Beber para creer, Eternia o Pandemonium, fueron caldeando el ambiente, algo refrescado por la brisa marina que corría. El baile de los caídos, que da nombre al disco, se convirtió en un punto álgido de la actuación, donde consiguieron atraer cada vez más a la gente frente al escenario.

En un paraíso tropical como la costa del Sol, con la arena y el mar de fondo, tampoco podía faltar un corte como Contra viento y marea, dedicada al pirata Jack Sparrow. Este tema junto con la festiva Seguimos en pie y el clásico Yo controlo, repescada del repertorio clásico de la banda, sirvieron para demostrar que los monjes supieron controlar la actuación en todo momento, demostrando porque son un valor en alza del panorama musical español.

SAUROM

(Por Jose Manuel Muelas)

Se acercaban las seis de la tarde, y para merendar, qué mejor que una buena ración de folk metal con la banda más en forma del momento. SAUROM salió, informal pero decidido, a comerse el escenario del Metal Paradise. Y es que los gaditanos saben como meterse el público en el bolsillo y ya desde los primeros compases tenían al público danzando ante los dioses del juglar metal.

El tiempo era escaso y no daba para perder mucho tiempo con cambios de vestuario, attrezzo y demás parafernalia. Así que optaron por un concierto sobrio, a excepción de una bailarina con la que contaron durante uno de sus temas. Se centraron solo en la música, y eso es lo que dieron un buen concierto como a los que nos tienen acostumbrados. Con las mismas ganas y la misma simpatía que derrochan. Aunque el tiempo apremie Migue siempre tiene palabras para animar y conectar con el público.

Todos los temas invitaban a bailar, El Carnaval del diablo, Músico de calle, todas ellas festivas y rockeras a su vez. Con Salta el público enloqueció en una vorágine de buen rollo y éxtasis por lo que allí se estaba viviendo. Lazarillo de Tormes, donde ya el público estaba totalmente entregado. Al igual que Salta, tampoco perdieron la ocasión para aprovechar y presentar algunos temas más su último álbum como Lazarillo de Tormes o La Fiesta de la cerveza, donde, al igual que en el videoclip, se volvieron a ver las caras con los chicos de LE´POKA.

Para terminar, los juglares de SAUROM quisieron inaugurar la nueva normalidad con su Círculo Juglar donde todo el público se unió en un pogo medieval. SAUROM suma y sigue con actuaciones exquisitas allá donde pasa.

CRISIX

(Por Alberto “Wesker”)

Un fonendoscopio colgado, chaqueta de parches y todo dispuesto para desmelenarme a base de buen thrash metal nacional. Si la Enfermería entendiera de metal extremo, creo que los CRISIX resonarían en todos los hospitales y centros sanitarios. No lo digo porque estuvieran de puta madre, ¿eso creíais? ¡Pues claro que estuvieron grandiosos! Cataluña es mucho más que independencia, Gaudí y Mossos. Después de la ganancia folk metal por parte de LÉPOKA y SAUROM, el festival necesitaba su toque más thrasher en una velada que había empezado con buen pie.

 

A pesar del calor en el Front Stage al comienzo del atardecer y un calor bastante demencial, una hora bastaría para que el quinteto catalán hiciera derretir los amplificadores. Yo no quiero ser maleducado, pero ver cómo gozan los integrantes de sus conciertos es casi bestial ante un público que se les rinde a sus pies. Un nuevo disco se avecina y no hay mejor forma de hacer un tráiler que sacando un EP digno de los comienzos. The Pizza no sólo relata las primeras financiaciones de los discos, sino el modo de vida de unos thrashers que buscan comerse el mundo a bocados de jamón, beacon, masa crujiente y alguna que otra piña colada.

Si hay que caldear el ambiente más de lo que ya está, una introducción sea hace necesaria. A.S.F.H. da el toque melódico que CRISIX convierte un moshpit inmediato, saltando los muchachos como almas en furia. Busi y Requena dejando claro quiénes son los dueños de la distorsión, Juli acompañando una voz desarraigada que no deja indiferente a nadie, Javi destrozando la batería que a saber cómo quedó viva al final y el fichaje del partido, Pla con un bajo fuera de sí y más movible que los precios.

Si la pandemia no les dejó mucho tiempo para presentar su último trabajo, Against the Odds, ¡ahora es el momento, coño! Leech Breeder y Xenomorph Blood acudieron prestos a descubrir la calidad de una banda que dejó asombrados a un público que no le veía esperanza al género thrash metal. Sí, mi fonendo brincaba en mi cuello, los parches ardían y los cámaras enfocaban a todo aquel que diese el cante tras las vallas fronterizas del foso. Los chicos disfrutan tocando, y se les ve de sobra. Jamás ninguna banda inspiró, en vivo, tanta confianza entre músicos y público. Coros, dedicatorias, aplausos y ovaciones… Eran los reyes y lo fueron más allá del tiempo que se les otorgó de interpretación.

A mi parecer, CRISIX es una banda que se tecnifica a cada disco que lanza. Por ello, Rise… Then Rest sonó tan jodidamente bien. Incluso desde la primera fila, se distinguían los riffs intrincados, los breaks melódicos y otras terminologías teórico-prácticas. El mejor álbum para servidor que dio paso a otro bombazo algo más reciente. Conspiranoia tiene más locura que un moshpit de lo años 80’. ¡Métete en uno y trata de salir vivo, si te atreves! De nuevo, la calma y conjunción que transmitían les conectaba al ambiente de una forma que ni el calor se notaba. Si quieres insanidad propia del DSM-V, el siguiente tema no trataba sólo de máscaras y poco más. Hace tiempo, leí que Jim Carrey tenía cierto gusto por el metal y yo me pregunto, ¿su álter ego Stanley Ipkiss bailaría salsa al ritmo del metal? No sabría decir, pero con Brutal Gadget, la presencia de la Máscara era más que evidente. Sobresaliente actuación que se terminó de ganar a las pocas personas que eran reticentes al espectacular efecto thrasher de los catalanes.

Los brutales señoritos no tenían intención de hacer decaer los ánimos, de modo que tocaba soltarse la melena con un poco de risas. Saltamos con Get Out of my Head de su último álbum mediante un sonido un poquito distorsionado que no tardó en arreglarse. ¡Espera, nene! Sabemos, de buena tinta, que son una familia de hermanos metaleros, pero eso de intercambiar instrumentos y seguir sincronizados está a otro nivel. Podrás versionar a PANTERA, METALLICA o lo que te salga de los cojones, pero hacerlo como ellos, ¡ya puedes practicar! Si quieres rematar la faena y dejar el listón aún más alto, ¡no problem! Tenían un as bajo la manga, así que lo sacaron en todo su esplendor.

El reciente trabajo The Pizza podrá ser corto, aunque muy, muy intenso. Trabajar de repartidor y que no te den propina cabrea a cualquiera. No Tip for the Kid dejó a Busi muy tocado, hablando literalmente. Recordar tu pasado no es de buen agrado, pero ves al vocalista Juli con la Scooter de las Pizzas y se te quita la tontería rápido. El sol se oculta; veo hijos de puta por todos lados y la banda, ¡ni te digo! Tocando G.G.M. (The Great Metal Motherfucker) ya podían reventar cráneos a mansalva. CRISIX tiene un don para hacer que la gente se pegue hostias, lo malo es dejarlos a su aire y que terminen destrozando este planeta; mucha falta le hace.

Ya se tienen que ir, y no, ¡no quiero, joder! Otro bocado de la crujiente masa pizzera, resonando World Need Mosh. Una explosión thrasher que iba por un camino muy especial. Hacerle la competencia al apoteósico final de un concierto que no paró de mejorar a cada minuto. Hay que preservar las genialidades cuando sea el momento más adecuado y para el quinteto, Ultra Thrash tiene su sitio guardado como la traca final de la feria musical. Velocidad, thrashería, mosphits… Si tuviera que alegar una falta, diría un poco más de interacción con el público en este puto tema, pero tal y como había sido el concierto, ¡no he dicho nada! Les tocaba a JINJER, que prometían ser dignos como segundos cabezas de cartel. Tatiana, ya puedes esforzarte en dar metal, porque unos jovencitos te pueden dejar en la estancada desde el recuerdo a su paso por Fuengirola.

JINJER

(Por José Emilio Paqué)

Con los ánimos ya bastante calientes tras la apisonadora de thrash metal que fue CRISIX, les llegaba el turno a los ucranianos JINJER. La banda de metalcore progresivo con toques alternativos volvía dos años después con muchas ganas, tras este periodo de sequía musical en directo que ha sido la pandemia. Aunque por suerte no en lo compositivo, pues han aprovechado el tiempo para componer el que es su nuevo álbum Wallflower, estrenado justo el día anterior.

Pese a las pocas horas de sueño, pues la banda venía de actuar justo el día anterior en Resurrection Fest, el largo y accidentado trayecto en avión, que incluyó escala en Barcelona, y la pérdida de alguna maleta con equipo de la banda, salieron con fuerza y ganas.

Al igual que anteriormente LÉPOKA, aprovecharon para presentarnos su último retoño musical que es Wallflower, incluido el tema que da nombre al álbum. Y es que Tatiana ya nos daba pistas nada más salir al escenario vistiendo la misma chaqueta que en dicho videoclip. También temas como Disclosure!, As I Boil Ice, o su anterior adelanto Vortex sirvieron para demostrar la calidad musical de la banda. Y es que la progresión meteórica de la banda no ha sido mera casualidad. 

El registro vocal de Tatiana es impresionante, no solo en los discos, en directo es igual o superior incluso. Los inmensos cambios vocales de registro que realiza en los temas, además de ser ya todo un signo de identidad de JINJER, confieren a la banda un juego y una dualidad musical, que han sabido explotar a la perfección, Desde voces limpias hasta guturales, que sirvieron unos para extasiar al público con las partes más sosegadas, y otros para desatar la locura y el frenesí, sembrando un infierno en forma de pogos

 

A esto debemos sumar la calidad técnica del resto de sus integrantes. Y es que tanto Roman, Eugene o el propio Vlad cuando comienzan a tocar se concentran de tal forma que entran en una catarsis en busca de la excelencia musical, y donde derrochan intensidad a raudales. Esas dos cosas son el secreto de la banda, que además no tiene miedo a experimentar ni se cierra a un estilo determinado, como bien nos demostraron en canciones como The Judgement o Teacher, Teacher, donde saltan a la vista las influencias reggae y hip hop de ambos temas.

También tuvieron bastante peso su dos anteriores trabajos, el LP Macro y el EP Micro, los cuales la banda no pudo presentar en directo de la manera que hubieran querido por culpa de la pandemia.

Lo único que podríamos reprocharles un poco sería su falta de feedback con el público sobre el escenario, algo que sí supieron explotar bandas como TARJA o THE OCEAN, entre otros. Y es que salvo Tatiana, el resto de componentes están tan concentrados en el aspecto musical, que olvidan un poco otro gran aliado en la actuación como es el público. También se cayeron del cartel temas como Pisces (uno de mis favoritos) pero está claro que para que entren nuevos tienen que salir otros del setlist.

En general fue una actuación impecable, que consiguió hacer temblar la estructura frente al escenario, con un público muy entregado, que como si de una haka maorí se tratase, pisoteaba al unísono el tablado al ritmo de la música.

KREATOR

(Por Alberto “Wesker”)

Casi las diez y media de la noche, el thrash metal quiere retornar en su forma más bestial. Cual bestia que abre los ojos en mitad de una pesadilla, las luces se tornan rojas, el ambiente se enfría y las constantes vitales se alteran de forma crítica. Pongo el fonendoscopio en mi pecho izquierdo y la campana acústica se agrieta. Mi respiración cae en ciclos de apnea. ¿Estoy exagerando? ¡Te digo yo que no! Siempre que viene KREATOR a España, llevo un DESA conmigo y algo de medicación vital. No son para el público, ¡ni mucho menos! Son unos referentes del metal europeo, los tienen como dioses en Alemania y ahora, la primera divinidad del Big Four acude para reventar el sur español.

Una hora y media sería suficiente para descargar una tralla semejante a las primeras ofrecidas a principio del milenio, cuando los germanos decidieron dar un giro inesperado a su discografía y sacar álbumes que mezclaron el tecnicismo experimental con la velocidad y thrashería propia de sus orígenes. Mi corazón queda en parada cuando suena la instrumental The Patriarch, a lo cual sabemos que seguirá. El público quedó conforme con CRISIX y JINJER, pero queríamos más, ¡mucho más, coño! Así nos trataron, como una manada de salvajes dispuestos a retumbar por clásicos referentes del thrash metal mundial.

No nos equivocamos en las pesquisas, pues Mille, Sami y Jürgen regresaron a un escenario soso, sin decoraciones, donde ellos no tenían la culpa, ¡que nadie diga lo contrario! Además, todo decoro es innecesario cuando las estrellas descienden y brillan por sí solas. Por ejemplo, el nuevo fichaje de la cancha para sustituir al bajista Christian, el incombustible Frédéric de DRAGONFORCE. ¡Imagínate, tío! Un intérprete genial para una banda brutal… ¡Excelente decisión, Mille! No sólo tienes buenas ideas para los temas y ritmos, sino también para escoger a los compañeros más adecuados.

Sin más dilación, tronó Violent Revolution, el primer himno del nuevo siglo que, para no ser veloz, dejó una estela insuperable. El simple solo de tapping se comía a todos los escuchados de bandas anteriores, ¡sin ofender! KREATOR estaba cómodo, y bien lo agradecía como en su vuelta a los escenarios en mitad de la pandemia de la Covid19. ¿Por qué no seguir igual? Para ello, Extreme Aggression demostró que los integrantes no se oxidan ni con el paso de los años. Aunque la saturación era bastante alta y Jürgen no daba tregua a la batería, los riffs más icónicos de esta genialidad interpretativa me emocionaron. Quizás por ser la primera vez que veía unos de mis temas preferidos en directo y que su partitura me rompía cuerdas continuamente. No quería llorar; ¡casi lo hago, joder!

Un aclamado y breve interludio, Phobia retornó los años flojos de la banda. La canción no es lenta ni aburrida, ¡qué va! Un poquito repetitiva sí en cuestiones rítmicas, pero queda tan bien que no se le puede decir nada. El sonido mejoró bastante, aunque la percusión acaparaba el protagonismo junto al bajo. Frédéric no quería quedarse atrás, lo cual demuestra su calidad musical. Sinceramente, la parada cardiorrespiratoria llegó cuando sonó una línea grave que nunca creí escuchar. Perdonad, KREATOR, ¿en serio estáis tocando Terrible Certainty? ¿O acaso me estáis vacilando? Os juro que lo pensé varios segundos, pero cuando sonaron los riffs iniciales, ya no pude guardar las lágrimas. O repasaban toda su discografía al completo o querían emocionar al público. ¡No lo sé, ni me importa! Sonaba tan absolutamente bien que no podía quitar la vista de Mille y Sami. Sólo pensaba en aquellos años intentando aprenderme los ritmos tan técnicos y a una velocidad tan alta.

Del último álbum, Gods of Violence, no me gustó mucho la inclusión de Satan is Real. No le tengo manía a esa canción, pero estando otras como la homónima, Totalitarian Terror y World War Now, no era una elección muy digna si había que mantener los ánimos y moshpits a tope. Adoro los galopes y el estribillo tan pegadizo; ¡no me quejo! Sin embargo, el ambiente estaba tan caldeado desde el principio que, en la noche, debían seguir con la brutalidad expresada. En cierto modo, se escucharon mis plegarias, pues Hordes of Chaos volvió a subir la espuma de las cervezas y rebasar el vaso. El segundo himno de la primera década y que supuso uno de los moshpits más violentos que observé desde la frontera. Queda tan brutal como quebrar un hueso para poner una prótesis en quirófano. ¡Ya tenéis un spoiler del videoclip oficial!

KREATOR rindió homenaje a su público con Hail to the Hordes, un tema obligado de su último disco para dar paso al single de su próximo e inminente álbum, 666 – World Divided. En mi opinión, estar los metaleros unidos en un mundo dividido, me parece el mejor oxímoron poético que he escuchado en los últimos años. La pandemia separará a la gente, sea en creencias y acciones, pero el estilo metal no, ¡nunca! Podremos ser diferentes y antagónicos; ¡la unión es nuestra voluntad! Como Mille empiece a fijarse en la literatura, veo discos en la lejanía, y no pocos.

A mitad del repertorio, el cuarteto germánico quería violencia, guerra, moshpits. Paredes entre los asistentes y las miradas se cruzan como en una pelea callejera. Suponía que el conflicto llegaría a manos de la intro de Coma of Souls, ampliamente usada para estos casos. ¡Me equivoqué, joder! Regresando a los precedentes perdidos de Pleasure to Kill, Awakening of the Gods sirvió de ambientación para las hostias, codazos y empujones que se armaron a la orden de Mille. Aunque no es tan bestial como el otro tema que pensé, la gente hizo caso a raja tabla. Corriendo, se dio paso al tercer himno moderno, Enemy of God, quizás la canción que mejor sonó en la noche. Pudiera ser por cambios técnicos, pero a partir de ahí, la envoltura musical quedó divina. No es que lo diga yo, los riffs y breaks hablaban por sí solos en un tema que no falta en cualquier director desde que vio la luz.

En una pandemia moderna, ni de tu sombra te fías. Menos de la gente que te rodea, sea en traiciones, venganzas o maldades. People of the Lie hace elegía de su título, pues en un mundo de mentiras, lo mejor es coger y combatirlas con todo lo que haya alrededor. Lo que no me esperaba era un retroceso al primer álbum, aunque fuera para crear moshpits continuos. Endless Pain significó un pequeño descanso para el público, las melenas, las mascarillas y la adrenalina thrasher. La causa musical era tan grande que las vallas fronterizas del festival desaparecieron por completo. ¡Ojalá pudiera sentir una agonía tan intensa que se convirtiese en mi razón de vivir!

En mitad de la oscuridad, casi de madrugada, Mars Mantra quiso adelantar el cuarto himno contemporáneo de la banda, Phantom Antichrist. Una interpretación genial y sin fallos de ningún tipo. El tiempo se agotaba y por mucho que Mille y Sami agradeciesen, la depresión se patentaba en el ambiente. Fallen Brother recordó a todos aquellos músicos que perdieron la vida estos años, fuera por culpa de la pandemia, enfermedades u otras causas. Una balada que emocionó con las dedicatorias de Mille hacia todos los compañeros caídos en acto de servicio. 

El cuarteto se esconde y el frontman nos saca el símbolo más preciado de KREATOR. Esa bandera raída y sucia que cualquier thrasher venera en su casa… Esa bandera que se consume en un mar de muerte y guerras… Esa bandera que no tiene color y expresa todo el mal del mundo… Flag of Hate, a pesar de no interpretarla por completo, dejó las urnas y cráneos abiertos para que Betrayer rematase la faena social de todo aquello que supone las crecientes olas políticas que dejan más miseria que beneficencia. Una alabanza en estos tiempos catastróficos donde reina el “sálvese quien pueda y quiera.”

¿No te olvidas de algo, muchacho? ¡Calla, coño! ¡Soy Enfermero y lo digo a los cuatro vientos! No sabéis el placer que me produce matar, aunque la ética y moral profesional me restringen a las enfermedades, heridas, coronavirus… Todo lo que se pone a mi alrededor. KREATOR conoce mis sentimientos más ocultos, de modo que Pleasure to Kill cerró un concierto brutal, apasionante, digno y sobre todo, magnánimo. Si os soy sincero, el enorme moshpit no me interesaba. Veía a los asistentes de mis lados y la sangre me hervía por cogerles del cuello y estrangularlos hasta hacerles un Fatality. Que las carótidas y yugulares emanasen sangre como fuentes, estrellarles el cráneo contra el suelo, abrirles el pecho en canal, romperles todos los huesos y arrancar los miembros, lanzándolos al escenario.

Lo sé, algunos dirán que soy un sádico y mal pensado… No, señores y señoras, mi mundo interior clama por recrear las aberraciones más inesperadas. Aunque la sociedad y sus reglas me impidan hacerlas realidad, KREATOR me dio la satisfacción de vivirlas en forma de música, a lo cual siempre les estaré agradecido, ya que, con o sin festival, hacen de mí lo que realmente soy y no lo que aparento ser.

 

Entre luces infernales,  columnas de humo y de fuego, aunque estas últimas algo más bajas de lo habitual (de nuevo por culpa del viento) convirtieron el festival en todo un infierno musical, donde reinaron como “dioses del thrash metal”, poniendo punto y final a la primera jornada del festival.

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