(Fotografías por Isabel Alonso)
(Fotografías por Isabel Alonso)
Tras una primera jornada que fue todo un éxito tanto musical como organizativo, llegábamos al segundo y último día del festival. Aunque estábamos en pleno agosto en la Costa del Sol, de nuevo el tiempo daba un respiro en forma de brisa, refrescando un poco y haciendo más soportable el caluroso y húmedo ambiente reinante. Los encargados de poner el broche final de esta edición mini del festival serían: SIDDHARTA, THE OCEAN, DESTRUCTION, y ELUVEITIE.
(Por Isabel Alonso)
En una segunda jornada ligeramente más fresca que la anterior, los locales SIDDHARTA abrían la tarde con puntualidad y un público que empezaba a llegar cuando ya sonaba el primer tema. A su cargo, empezar a animar el cotarro, que no es tarea fácil, teniendo en cuenta lo extraño que se hace aún escuchar metal a la hora del té en Inglaterra.
Encabezados por la gran voz de Fernando Pleite, con Daniel Norber a la guitarra, su setlist fue un paseo por su último trabajo y algunos temas de los anteriores, que sirvió para poner en situación a sus seguidores, con temas como Títere, Michelle o Es el momento, así como una versión muy personal de Maniac de Michael Sembello, para finalizar con Nadia en un show corto en duración que cumplió con creces las expectativas de los presentes.
(Por José Emilio Paqué)
Con la brisa del mar dando una tregua al calor al igual que el día anterior, saltaron al escenario los alemanes THE OCEAN. La banda pese a llevar más de 20 años sobre los escenarios era una incógnita en directo para mí y para gran parte del público, pero la verdad es que no defraudaron y se fueron con más seguidores de los que tenían al llegar.
Su apuesta musical resultó muy interesante, centrando sus composiciones en las eras geológicas de la Tierra, con un sonido muy progresivo que fluctuaba entre el post metal y el sludge metal. Aprovecharon para presentar su nuevo álbum Phanerozoic II: Mesozoic | Cenozoic, en una explosicón musical similar a la biológica acaecida durante ese periodo de tiempo. Partes más relajadas y casi hipnóticas se mezclaron con otras más potentes y desgarradoras, al igual que la voz de su vocalista Loic Rosetti, que alternaba guturales con voces melódicas.
Hicieron pasar antes nosotros la historia de la tierra, derrochando intensidad en una actuación sublime que consiguió sumir al público en un éxtasis catártico, gracias sobre todo a la maestría instrumental que exhibieron. También hicieron un alarde de profesionalidad, pues su batería Peter Voigtmann tuvo que aprenderse el setlist en una semana y media, al sustituir de urgencia a su batería habitual Paul Seidel (ausente por una fractura de brazo).
Si sumamos que consiguieron bastante feedback con el público gracias a Loic y a su guitarrista y fundador Robin Staps, que supo ganarse con su simpatía (y un español bastante correcto) a los presentes, consiguieron una actuación notable. Si no pudisteis verlos os recordamos que a primero de año estarán de gira por nuestro país presentando su nuevo álbum.
(Por Alberto Wesker)
El comienzo quedó al alcance del resto y con la grata experiencia vivida en THE OCEAN, la grandeza thrasher regresaría, una vez más, al escenario. KREATOR no era el único grupo germánico que deseaba demostrar su maquinaria propia. Unidos por el Big 4 Europeo, el cuarteto DESTRUCTION acudía al evento dispuesto a demoler los pocos cimientos del día anterior. No vamos a ser especuladores, pero la brutalidad dominguera correría a cargo de ellos, sin dar tregua alguna.
De por sí, la banda venía con algunos cambios de años anteriores y última hora. La salida de uno de los fundadores, el guitarrista Mike, provocó una revolución rítmica y solista que culminaron con la llegada de Damir Eskic en 2019 y la inclusión de Martín Furia, un aliento argentino que está llamado a hacer historia en el thrash actual. Por supuesto, Schmier es el comandante del grupo por excelencia y creo que le faltó un antihipertensivo antes del concierto (ojo clínico XD)
La pandemia no les aburrió en el garaje, pues nos dejaron dos lives que acompañaron al último disco, Born to Perish, lanzando en 2019. Sería de esperar un setlist basado en clásicos y presentaciones, pero Schmier y compañía no iban a tolerar que se les cuestionara un directo tremendo y digno de las más puras extinciones masivas.
Aludiendo al espectacular decorado con lona que evidenciaba las ganas de guerra musical, la enigmática introducción de Curse the Gods dio paso a un torrente de emociones que CRISIX empezó, KREATOR desarrolló y ahora, tocaba darles rienda suelta. Volviendo al tema sanitario, no conozco el historial clínico de Schmier, pero sí presumo que tenía la tensión arterial por las nubes, más por cómo le palpitaban las venas, la cara roja como un tomate y la voz tan limpia que parecía más joven y vivaz que nunca.
Por el contrario, la retaguardia percusionista estaba cubierta por Randy Black, cuyo paso por bandas como REBELLION, PRIMAL FEAR o ANNIHILATOR le otorgó la experiencia necesaria para romper bombos sin apenas tocarlos. A los lados, Damir y Martín cubrían cada riff con una esplendorosa alegría, como si estuvieran en una nube. La vuelta a los escenarios con público real y entregado era lo que necesitaba la banda, los asistentes, yo y el festival. El repertorio se degustó en la última década de siglo, donde los primeros trabajos de DESTRUCTION rompían cráneos, tierra, aire y mar.
Death Trap y Nailed to the Cross son himnos que, por mucho que algunos les pese, tienen una presencia obligada allá donde la banda esté. Reyes de reyes, dioses de dioses. Los mohspits se sucedían y la vista alegraba a los intérpretes, que más trataban de caldear el ambiente. Lo malo, que la tensión de Schmier subía poco a poco y el calor no ayudaba mucho, que se dijera. A modo de relajar y presentar su nuevo álbum, Born to Perish significó una ovación a ese thrash clásico que se considera muerto por aquellos “entendidos” de música metal. Yo los veía tan cómodos que me sentía mal, muy mal. ¿Por qué una pandemia había impedido al cuarteto dar a los fans lo que quieren?
Cada banda de thrash metal suele tener su mascota, por así decirlo. En el caso de DESTRUCTION, la figura de un carnicero sádico y bien malvado es el aliciente perfecto para llamar la atención de la gente y la sociedad. Por ello, Mad Butcher tronó con una mejoría de sonido en las guitarras, sonando más las partes solistas de Damir. En mi caso, lo petaron al máximo, pues se ganó muchísimo en sonoridad. A modo de balada y con el corazón del bajista a tope, retornó Life Without Sense, que añadió la pesadez y crudeza clásica del thrash germánico. Mucho más relajado, Schmier aprovechó para felicitar a los asistentes la grandiosidad de aquel momento de gloria festivalera.
El magnánimo dependiente de la carnicería regresó con su secuela, The Butcher Srikes Back, que evidenciaba un fin de tiempo otorgado por la organización. Quizás por esa razón, la banda aceleró en los últimos temas, aunque no les fue necesario, a decir verdad. Si acaso el tempo bajó de Presto, Total Desaster culminó un principio consagrado para todo thrasher que se aprecie. Siempre he dicho que los riffs de DESTRUCTION tienen la capacidad de inducir moshpits y headbanging en cualquier lugar, incluso en acústico.
En el caos final, Schmier deleitó al público con Thrash Till Death, un cántico a la permanencia y trascendencia del género extremo en la música actual. Los coros saltaron a la misma vez que mis latidos, ya que el grupo no mostraba ninguna gana de irse. Si hay que destruir una ciudad, se hace de forma rápida, brutal y dolorosa. No digo que siempre sea la misma metodología, pero Bestial Invasión demostró que se puede corear, headbangear y pegar a los demás a la vez. ¿Qué bandas consiguen tantas acciones simultáneas? Con los dedos de las manos y los pies, ¡las cuentas seguro! Y diré que DESTRUCTION es una de ellas. Seamos sinceros, reventaron el festival y nadie de aquel día, antes o después, les hicieron sombra entre el público.
(Por Isabel Alonso)
Se ponía ya el sol cuando la siempre elegante Tarja salió al escenario acompañada de una banda más que solvente, entre los que me llamó poderosamente la atención Doug Wimbish al bajo, a pesar de que toda la banda demostró una solvencia y profesionalidad increíbles. Hablar de Tarja o de cualquier espectáculo suyo pasa por hablar de elegancia, de sensibilidad, es hablar de una de las mejores voces del metal, a pesar de que, en sus últimos trabajos, ese metal se ha hecho cada vez más melódico. Ella es una diva, una mujer que llena el escenario y, a pesar de todo, sabe compartirlo y dar a su banda el protagonismo necesario apartándose en los momentos clave para mayor lucimiento de sus músicos.
Un repertorio en el que brillaron temas como Dead Promises o Demons in you, en el que se lució con la voz en Falling Awake o Goodbye Stranger. Además tuvo su punto álgido al anunciar la vocalista que íbamos a retroceder 16 años (cuando por entonces era cantante en Nightwish) e interpretar Nemo, tema que recuperó de su anterior banda y que sirvió para lanzarla a la fama. Tras esa incursión en el pasado, apoteósico momento el de escuchar en el teclado los primeros acordes de I Walk Alone, tema con el que emocionó intensamente al público, casi en la misma medida en que lo había hecho con Victim Of Ritual e Innocence. Antes de acabar no faltaron temazos como Over The Hills And Far Away versión de Gary Moore, que en su día grabó con Nighwish y que llegó a ser casi más conocida que la original si cabe.
Mucho feedback con un público entregadísimo, por lo que Tarja supo aprovechar con muchas tablas en su beneficio para dar un espectáculo de altura. Además no podemos olvidar el gran sonido que acompañó a la cantante y que disfrutamos durante su actuación, quizás de lo mejor de la noche.
(Por Jose Manuel Muelas)
Los reyes del folk death metal estaban llamados a pisar las tablas del Metal Paradise a lomos de Epona. Ategnatos suena de fondo, la banda comienza un show refulgente pese a las adversidades. Y es que para el show no pudieron contar con su violinista Nicole Ansperger, lo que provocó que tuvieran que adaptar alguna canción supliendo la falta de violín con la de la flauta. Esa ausencia en lugar de mermar el show hizo todo lo contrario, consiguiendo que los demás integrantes dieran más de sí aún más si cabe.
El público allí congregado, con la noche ya sobre nosotros, tenía el cuerpo preparado para la acometida. El torbellino de ELUVIETE se hace notar y es que esta banda es la banda para un festival por antonomasia, haciéndote disfrutar desde el primer acorde. ¡Y esta noche no era para menos! El sonido, aun con la dificultad que debe llevar ecualizar tal cantidad de instrumentos, fue sublime.
Ambos cantantes Chrigel y Fabienne estuvieron pletóricos, esta última incluso se atrevió a cantar un tema a capella en solitario. Consiguió sobrecogernos a todos con su voz, que sobresalía en el solitario escenario entre una niebla fantasmal y la leve iluminación creada (sin duda los técnicos de luces hicieron un gran trabajo tanto con Tarja como con ellos).
Michalina Malisz siempre seria pero radiante con su zanfoña, hacía las delicias del respetable con la introducción del tema Deathwalker y A rose for Epona. No faltó tampoco un clásico como The Call Of The Mountains, que el público coreó con fervor. Con Helvetios el show comenzaba a dar sus últimos latidos, y con Inis Mona, otro de los temas esperados con más ansias, los presentes estallaron de júbilo.
Pese a que muchos esperaban que la actuación se alargará hasta la hora de las brujas, el grupo dio por finalizado el concierto veinte minutos antes (quizás por la adaptación del setlist que hicieron por las bajas en la banda) para despedirse de todos los presentes. Así fue como los grandes ELUVIETE daban por cerrada el fin de semana del metal en Fuengirola.
Sin duda tras dos grandes jornadas dedicadas al metal en la Costa del Sol, el balance que podemos hacer es muy positivo. La música fue la protagonista, y como no podía ser menos, tanto el nivel de los grupos como el sonido que disfrutaron fue muy bueno, algo poco habitual en grandes festivales. También la variedad musical fue amplia, aunque en esta ocasión el thrash metal tuvo una alta presencia. Además el ambiente reinante fue si cabe incluso mejor que el sonido, convirtiéndose en un lugar de reencuentro de muchas caras conocidas tras este periodo oscuro de aislamiento. Incluso el tiempo acompañó, aunque la brisa que sopló estos días impidiese ver en todo esplendor el juego pirotécnico de KREATOR.
En el aspecto organizativo las zonas estuvieron bien limitadas y la infraestructura en pista para ver el espectáculo de pie, como las gradas fueron un gran acierto, quizás una escalera más para dividir las subidas y las bajadas hubiera sido interesante y hubieran evitados las típicas acumulaciones entre cambios de actuación. Tanto los accesos al festival como los test previos no presentaron grandes colas. También hubo controladores velando por el uso de las mascarillas a pie de pista entre el público. Además se entregaron mascarillas nuevas para aquellos a los que se les rompió la suya.
En cuanto a servicios, tanto aseos como barras de bar fueron suficientes y presentaron fluidez. Si es verdad que el precio de las bebidas si es algo a mejorar, pues por un vaso de kalimotxo grande nos llegaron a cobrar tres precios distintos en los dos días, y resultaba más caro que pedir una coca cola y tinto por separado y mezclarlos uno mismo, algo por lo que optó mucha gente. También la zona de merchandising solo estaba presente en la zona general, impidiendo a la gente de la zona frontal comprar artículos de las bandas. A algunos se les permitió el acceso a la zona general para comprar al finalizar el festival, y otros no tuvieron tanta suerte, como nuestro compañero Wes, al que con foto de la zona de merchand en mano le dijeron que no existía tal zona…
¡Nos vemos el próximo año en el próximo METAL PARADISE en Fuengirola!