El sábado 1 de febrero lo tenía marcado en el calendario al rojo vivo, conocedor de que nos esperaba una cita imperdible en la ciudad condal; el concierto de RAPTORE, presentación de su nuevo trabajo Renaissance, junto a INVERTED CROSS y DOPEMANCER. Originalmente programado para la Sala Bóveda, el concierto tuvo que trasladarse a la Sala Lennon tras el inesperado cierre de la primera para eventos en vivo. Un cambio que no pasó desapercibido: era la primera vez en este recinto para quien escribe, y la impresión general fue agridulce. Oscura, de dimensiones reducidas, con un sonido que cumplía sin más, la sala se quedó pequeña para el tridente de bandas que venían con todo, puesto que acabaron colgaron el cartel de Sold Out. Aun así, el metal no se detuvo, y eso es lo que realmente importa.