Crónica: SAUROM en acústico (Teatro Pathé – Sevilla – 07/6/25)

Se trataba de una cita especial, pues aparte del sitio, el antiguo cine Pathé del año 1925, que ya funciona como teatro desde hace décadas y tiene ese poso de autenticidad y cuando una obra, musical o de teatro se estrena allí, adquiere un poco más de importancia. Pero bueno, tratándose de SAUROM, pienso sinceramente que actúen donde actúen, creo que lo de menos es el lugar, ya que es una banda que cuando está encima del escenario lo da todo, y a su vez transmiten tanto que incluso a ras de suelo, sin telón de fondo ni parafernalia alguna, las sensaciones del público serían las mismas.

Personalmente los echaba de menos. Hacía casi dos años que no los veía y el síndrome del juglar me empezaba a corroer las tripas. Y sería eso lo que me mantenía los nervios un poco alerta.
Se demoró un poco el acceso a las butacas y después de una espera de casi media hora, poco después de las 22:00, allí estábamos, presenciando un fondo con cinco composiciones en vertical de imágenes de portadas de algunos de sus álbumes y un escenario con una modesta puesta en escena, sin amplis, sin pedaleras, sólo los músicos con sus respectivos instrumentos, a excepción, claro está del Juglar por excelencia, Narci Lara que por sí sólo aunaba hasta siete.

El setlist (en mi poder por cortesía de Narci) estaba dividido por cuatro bloques pero al contrario de lo que cualquiera pudiera pensar, no tenía relación con orden cronológico de los temas de edición. En cada uno de ellos había temas de toda su discografía repartidos al rigor del grupo. Vida fue el disco con mayor representación con cinco canciones y Vive, del disco Sueños, el indicado para abrir lo que sería a partir de entonces una cascada de emociones que duró más de dos horas y que para algunos nos resultó corto. No pretendo que suene a tópico, pero se me hizo muy corto.

No fui consciente del tiempo que llevaban en escena hasta que al cabo de más de hora y media se me ocurrió mirar el reloj. Normalmente cuando voy a ver una película en el cine me acaba doliendo el culo de estar sentado cuando se va acercando el final, y es ahora cuando estoy escribiendo esto cuando me doy cuenta que ni reparé en eso.

Migue se encargó de amenizar la noche entre tema y tema con su soltura habitual, bromeando constantemente y así fueron pasando ante nuestros oídos canciones que para muchos de nosotros forman parte de nuestra vida pues llevan casi la mitad con nosotros y otras tantas que van camino de serlo, habiéndose convertido ya por imperativo emocional, en poemas, lemas, lecciones de vida, enseñanzas y aprendizajes del sentir, de seis individuos que son (quizás sin que ellos lo sepan) portadores de todo eso.

De esta forma fuimos testigos privilegiados de un concierto en familia donde fuimos invitados a transformar lo que nos rodea, Cambia el mundo y animándonos a amar la cerveza, La leyenda de Gambrinus, mientras disfrutamos de un circo, El saltimbanqui. O también a luchar por tu bienestar físico y mental, Memorias de un héroe gozando de la majestuosidad de la luna, Romance de la luna, luna o pilotar una nave amniótica hasta llevarla al exterior…3,2,1… ¡La tierra!, que nos lleva a la Vida, la clave de todo y con todo el significado de la palabra. Una palabra que oída en el momento indicado puede salvarte a ti si la tuya te golpea.

Momento y título cumbre para quien escribe y que lo será siempre… Y así, encontrándole nuestros propios significados a las canciones de SAUROM, o en el caso de ser fábulas, experiencias personales o demasiado intrínsecas para poder entenderlas en su totalidad, utilizarlas a nuestro beneficio o el de quienes nos rodean.

Pintor de suspiros, Sueños perdidos, Aquel paseo sin retorno (¡qué fuerza de tema!), Todo en mi vida… adquieren un sentido más profundo a cada escucha que les dedico.

En otros conciertos suelo estar más pendiente del tiempo, pero como decía más arriba en la crónica, esta vez no sabía en qué punto se encontraba la actuación en ese aspecto. Temas como Dalia, La musa y el espíritu, Duermedela suenan una tras otra mientras el grupo sigue interactuando con el público. Un público agradecido en el que niños de distintas edades están muy presentes, desde juglares adolescentes a juglaritos y juglaritas, entre las que destaca la hija de Migue a la que, con otros cuantos más, hace protagonista especial de la noche al hacerlos subir al escenario.

Ahora que tengo el setlist puedo decir que ya quedaba el último bloque de seis temas y que además, tuvieron que prescindir en el tercero por falta de tiempo de uno de mis favoritos de SAUROM, nada más y nada menos que Para siempre.
El queso rodante y El rey que no sabía mandar abren camino a El círculo juglar con el cual, y ante lo inhabitual del recinto con el público sentado, a Migue no se le ocurre otra cosa que cambiar el famoso círculo de carreras sobre el suelo, a la famosa “ola” que se hiciera popular allá por el año 1986 (muchos de vosotros no habíais nacido siquiera) en el mundial de fútbol de México. Así que en esas nos tuvo, ensayando antes de que comenzara el tema para que después durante el estribillo la pusiéramos en práctica con total éxito tras sus indicaciones.

Y ya sí, el propio Migue nos ponía sobre aviso de que ya quedaba poco, pero antes nos teníamos que Tomar la última en La posada del Pony Pisador mientras escuchamos Noche de Halloween, lo más apropiado para terminar con el resuello al mínimo pero el suficiente para acabar con la tranquila y pausada El cristal, y cerrar de esta forma una actuación que quedará en la memoria, la retina y en el corazón de los que fuimos afortunados de presenciarla.

SAUROM hace mucho que decidió tomar un camino del que es imposible desviarse cuando lo sigues con sinceridad, porque lo sientes de verdad y lo llevas dentro. Tan fácil y tan difícil como ser honesto, honrado y creer en lo que haces. Y, siendo así, para ellos es fácil.

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