Se trataba de una cita especial, pues aparte del sitio, el antiguo cine Pathé del año 1925, que ya funciona como teatro desde hace décadas y tiene ese poso de autenticidad y cuando una obra, musical o de teatro se estrena allí, adquiere un poco más de importancia. Pero bueno, tratándose de SAUROM, pienso sinceramente que actúen donde actúen, creo que lo de menos es el lugar, ya que es una banda que cuando está encima del escenario lo da todo, y a su vez transmiten tanto que incluso a ras de suelo, sin telón de fondo ni parafernalia alguna, las sensaciones del público serían las mismas.
Personalmente los echaba de menos. Hacía casi dos años que no los veía y el síndrome del juglar me empezaba a corroer las tripas. Y sería eso lo que me mantenía los nervios un poco alerta.
Se demoró un poco el acceso a las butacas y después de una espera de casi media hora, poco después de las 22:00, allí estábamos, presenciando un fondo con cinco composiciones en vertical de imágenes de portadas de algunos de sus álbumes y un escenario con una modesta puesta en escena, sin amplis, sin pedaleras, sólo los músicos con sus respectivos instrumentos, a excepción, claro está del Juglar por excelencia, Narci Lara que por sí sólo aunaba hasta siete.