Presentía que sería una gran noche de rock de calidad, made in Spain, y no me equivoqué. Tras llegar a los alrededores de la sala Nazca, en pleno corazón del distrito financiero de Madrid, me encontré atendiendo a unos compañeros de prensa y a la banda. Después de charlar un rato con ellos, nos dispusimos a entrar a la sala, un poco temerosos por lo que nos encontraríamos, ya que es conocida por abusar del humo. Y, desgraciadamente para los reporteros gráficos allí presentes, así fue.