Crónica: Sun And Thunder – Día 3: sábado

El tercer y último día del Sun And Thunder inicia temprano, a las 14:30 empieza la primera banda, y por azar de la suerte, la única banda que ha tocado a ese horario fue BRUTAL THIN, pero como veremos a continuación, los chicos de Algeciras no se han achicado por ello.

BRUTAL THIN es un monumento de la escena underground, y pese a quien le pese, una banda que sienta cátedra en cuanto a darlo todo en el escenario, y hoy no iba a ser distinto. La banda saltó al escenario Thunder dispuesta a no dejar títeres con cabeza. Pero no tuvieron que luchar en tierra enemiga, ya que gran parte del público ya congregado estaba compuesto por fans de las bandas y coreaban cada uno de los temas.

Como siempre, Viktor derrocha energía y mala leche sobre el escenario, está muy bien vocalmente y está muy bien acompañado por el resto de la banda, especialmente Guachy y Marcos, sus guitarristas, que son siempre un espectáculo sobre las tablas. No hubo que lamentar pérdidas ni debido al calor, ni debido a la intensidad del concierto. Una vez más, BRUTAL THIN ha triunfado y se ha ganado la ovación de un público que lo ha dado todo con ellos.

Bajo el implacable sol del festival Sun And Thunder, los vallecanos irrumpieron en escena con una propuesta de heavy metal clásico que no dio tregua desde el primer acorde. Su actuación fue impecable desde el arranque, con una conexión instantánea con el público y una compenetración especialmente destacable entre Kike (voz y guitarra) y Pablo Yagüe (guitarra), cuyo entendimiento en el escenario aportó una energía especial a cada tema. A pesar del calor sofocante, la banda logró mantener el pulso alto y contagiar su entrega a una audiencia entregada.

Con un directo sólido, lleno de actitud y carisma, la banda desplegó un repertorio que equilibraba clásicos muy coreados con composiciones recientes de su último trabajo, Magia, que ya apuntan a convertirse en himnos. Su entrega sobre las tablas, curtida y honesta, terminó por conquistar a los asistentes, que respondieron con fuerza y fidelidad, demostrando que el espíritu del metal no se doblega ni bajo el sol más inclemente.

El escenario Thunder del Sun & Thunder Fest en Marenostrum Fuengirola se encendió con la actuación de AZRAEL, veterana banda granadina de heavy metal clásico. Con más de treinta años de carrera y numerosos discos en su trayectoria, incluido su más reciente Aquelarre de 2025, AZRAEL irrumpió con autoridad en el festival que reunió a lo más granado del metal nacional e internacional.

Fue en esa jornada final, a unas calurosas 16,30 h de la tarde, cuando AZRAEL desplegó su potencia en plena costa malagueña entre bandas como TANKARD, ELUVEITIE o BLACKBRIAR.
Desde los primeros riffs, la banda desató la firmeza de su propuesta, guitarras contundentes, bajo y batería compactos, y la voz vibrante de Marc Riera impulsando cada tema con esa fiereza visceral que caracteriza al metal andaluz. Se percibió la química palpable entre los músicos, que no paraban en el escenario y la energía fluyó desde temas clásicos hasta las composiciones más recientes, con momentos intensos y contundentes que obligaron al público a levantar los puños al compás.

El set concluyó con una despedida potente, sin bis, pero dejando una sensación de que AZRAEL reivindica su legado con dignidad y vigor. En un cartel plagado de grandes figuras, supieron encontrar su hueco y hacerse notar por méritos propios. El sonido fue nítido, perfectamente equilibrado, y contaron con una respuesta entusiasta del público local, conocedor y orgulloso de sus raíces nazaríes. AZRAEL demostró que, años después, siguen siendo una fuerza señera del heavy metal español, capaces de conectar con nueva audiencia sin perder ni un ápice de autenticidad.

La nueva ola del metal melódico español tiene grandes nombres, y uno de ellos es DAERIA. Desde que la banda irrumpió en 2018 con Fénix, no ha dejado de crecer y afianzarse en el primer plano de la escena. Si bien es complicado alterar la jerarquía reinante en los carteles, DAERIA, a fuerza de trabajo, consigue hacerse un hueco en los carteles y, poco a poco, subir escalones.

De todas las bandas presentes en el festival, DAERIA fue la única que se tomó en serio el lema “Sun, Beach and Metal”, saliendo a escena en bañador y camisas de colores, y, sobre todo, una pistola de agua con la que Ángel refrescó las primeras filas, doblemente agradecido por los asistentes, ya que se lo pasaban bien y se les aliviaba el calor.

El setlist dio una mayor representación a su último trabajo, Morfeo, sin dejar atrás temas de sus dos primeros trabajos como Horus y Reina de Corazones. Me perdí esa última por razones de logística y me quedé sin mi estribillo favorito: “¡Que le corten la cabeza!”. Eso pensaba yo cuando tuve que bajar hasta el escenario Sun para dejar el pase de fotógrafo a mi compañera. ¡Que me corten la cabeza!

En el imponente entorno del Marenostrum Fuengirola WHEEL se presentó en el escenario Sun, intercalándose entre bandas tan magnéticas como DAERIA y BLACKBRIAR. Provenientes de la escena progresiva europea, WHEEL aportó un aire técnico y sofisticado, vestigio de su evolución como “referencia del metal progresivo” dentro del cartel.

Desde el primer acorde, WHEEL sedujo al público con estructuras complejas y atmósferas elaboradas, riffs intrincados, cambios de tempo inesperados y pasajes melódicos que conectaban con el oído contemporáneo sin renegar de sus raíces en el metal tradicional. Su propuesta sonó ecléctica, elevando el listón técnico del festival con una propuesta más cerebral, rica en armonías y con un virtuosismo especialmente evidente en las guitarras y sintetizadores. Fueron una bocanada de aire progresivo y experimental en medio del repertorio más clásico del sábado.

El cierre de su set fue una muestra del equilibrio entre intensidad y precisión, sin buscar grandes explosiones escénicas, lograron una interpretación que se quedará en la memoria de los asistentes como una demostración de elegancia metalera. En un festival donde reinaban la contundencia y el misticismo, la banda finlandesa WHEEL marcó su distancia con sutileza, recordando que hay un espacio para el virtuosismo y la introspección musical dentro del heavy metal. Una actuación que consolidó su posición como una apuesta progresiva sólida dentro del catálogo europeo contemporáneo.

Poesía. BLACKBRIAR es pura poesía. Con la salida de Zora y su banda a escena, incluso dio la sensación de que el ambiente refrescaba. Me quedé cautivado por la banda neerlandesa, particularmente por Siebe Sol Sijpkens, su bajista, quien fue un torbellino durante todo el set, demostrando personalidad e interactuando con Zora de una manera cómplice.

Musicalmente, los temas están labrados a medida para Zora, quien se luce a nivel vocal, pero siendo más bien discreta, sin derroche excesivo ni extravagancia: la justa medida en todo momento.

Era uno de los conciertos más esperados del día en el escenario Thunder, y el público acudió en masa y llevó en volandas a la banda. Con ese set, BLACKBRIAR consiguió ganarse un gran número de seguidores, ya que se vio al público disfrutar y salir con cara de felicidad del castillo. Un gran acierto.

En pleno apogeo del festival, sobre el atardecer costero del sábado 19 de julio, los suizos ElLUVEITIE desembarcaron con energía en el escenario Sun, recibiendo desde primera hora una respuesta entusiasta del público que abarrotaba el recinto.

Puntuales a las 19:30 h arrancaron con el potente Helvetios, un inicio potente que marcó el tono para un setlist que recorrió su carrera con equilibrio y fuerza, abarcando desde himnos clásicos hasta contenido de su último álbum..

La propuesta de ELUVEITIE destacó por su versatilidad sonora y su despliegue escénico. Chrigel Glanzmann se mostró como un verdadero multiinstrumentista vocal, alternando guturales intensos, gaita y otros instrumentos folks. Junto a él, la presencia de Fabienne Erni (voz melódica y arpa celta) y la incorporación reciente de Lea‑Sophie Fischer (violín y zanfoña) aportó una densidad expresiva y visual notable. La formación, incluyendo ritmos poderosos de batería y guitarras firmes, conectó con viejos clásicos como The Prodigal Ones, Exile of Gods o A Rose of Epona, y también con temas más modernos como Deathwalker o Premonition, mostrando una transición fluida hacia nuevas sonoridades sin perder su identidad folk-metal.

Fue una actuación que, a pesar de la sombra alargada de cabezas de cartel como OPETH o URIAH HEEP, fue uno de los puntos más altos de la jornada. El setlist equilibrado y la ejecución impecable reforzaron el legado de ELUVEITIE como una banda que evoluciona sin traicionarse. La comunión con el público fue intensa, y su capacidad para mezclar death melódico, folk y atmósferas contemporáneas quedó más que demostrada. Una actuación memorable, consolidando su estatus dentro del folk‑metal europeo sin renunciar a innovar posicionándola como una de las mejores bandas del estilo.

Tras una jornada de sábado llena de solapes que nos obligó a dividir nuestro tiempo entre muchas buenas bandas y a hacer piernas, una vez más subimos al castillo. Si KREATOR había dejado muy buen sabor de boca con una buena dosis de thrash metal alemán el jueves, la tarde del sábado nos deparaba otra suculenta y cervecera ración con TANKARD, otro gran exponente germano de este estilo.

Las expectativas eran altas y el recinto del castillo, casi lleno de unas huestes metálicas ávidas de thrash y de cerveza, lo confirmaban. Pasando revista, una banda que desde el primer momento salió a darlo todo, sin parar ni un solo momento sobre el escenario. Ese ímpetu y ese dinamismo se contagiaron velozmente entre el público con los circle pits que se formaron con temas como Zombie Attack o Die with a Beer in Your Hand.

Su vocalista Andreas Geremia, presumiendo de barriga cervecera, se ganó rápidamente al público con su simpatía, en lo que fue toda una alegoría al alcohol y a la buena música. Sin duda, una de las grandes bandas que deberían haber estado en el escenario grande.

La noche respiraba a clásico puro cuando URIAH HEEP tomó el escenario Sun a eso de las 21:00. Arrancaron puntuales con Overload, aún con el público llegando, pero en seguida las gradas se llenaron y el sonido del teclado y la batería atronó de forma hipnótica. Lo mejor de su propuesta se desplegó con Shadows of Grief, destacando un solo de teclado que electrificó el ambiente y sorprendió por su vigor metalero en directo, superando incluso la propensión más reposada de sus versiones de estudio.

Los clásicos calaron hondo: Stealin bajó momentáneamente revoluciones en tono meditativo antes de que llegara Hurricane, desatando la furia del público. Temas retros como Gypsy y Sweet Lorraine fueron cantadas a pleno pulmón, alimentando un vínculo cercano con los seguidores más veteranos.

Una de las cumbres fue The Magician’s Birthday, extendida y ejecutada con precisión y energía; seguido con emoción por July Morning, donde la melodía sumó intensidad emocional al set. El cierre fue memorable y potente: tras Sunrise, se despidieron con Easy Livin«, arrancando una ovación masiva mientras el público coreaba cada línea, y Mick Box brilló tanto en los coros como en guitarras. Una actuación equilibrada entre legado y actualidad, reafirmó a URIAH HEEP como una leyenda viva del metal, en plena forma y capaz de dominar un escenario gigante lleno de expectativas.

Desde primeras horas de la tarde se respiraba en el ambiente la expectación por OPETH, sin duda una de las bandas más esperadas del festival. Su aparición programada para las 23:00 en el escenario Sun concentró buena parte del público que, tras tres días bajo un sol abrasador, afirmó que solo por verles mereció la pena subir y bajar escenarios, y soportar el calor y las caminatas constantes.

Cuando finalmente salieron a escena, entre un maravilloso juego de fondos y luces, el recinto vibró con una energía contenida pero poderosa. El setlist repasó clásicos con precisión y misticismo, temas como Master’s Apprentices, The Leper Affinity, In My Time of Need, The Night and the Silent Water, hasta rematar con la demoledora Ghost of Perdition y el esperado colofón de Deliverance. Un sonido impecable, claridad en las líneas de bajo y guitarras pesadas, definición de los guturales y armonías limpias que hicieron que muchos asistentes comentaran que sonaban incluso mejor en directo que en disco.

La intensidad emocional del concierto y su ejecución técnica marcaron el broche de oro del festival. En una noche en la que la mayoría de bandas ofrecieron actuaciones memorables, OPETH fue el verdadero culmen, su fusión de progresión, oscuridad y solemnidad capturó el alma del público. El cierre perfecto para tres días de metal, convenciendo a muchos de que todo el calor, la logística y el esfuerzo valieron cada nota de su música.

BATUSHKA

Con la sobrecogedora presencia escénica de BATUSHKA, desde que las luces se apagaron, el escenario se transformó en un altar viviente. Vestidos con túnicas litúrgicas, encapuchados y con los rostros completamente cubiertos, los músicos aparecieron entre incensarios, vírgenes, biblias e iconos, mientras sonaba un canto salmódico de fondo. El recinto amurallado del Castillo de Sohail potenció ese entorno sacro, elevando la atmósfera al nivel de una misa ortodoxa llevada a su máxima oscuridad.

La música, extraída principalmente del álbum Panihida, resultó profundamente sobrecogedora. Cánticos cavernosos en eslavo eclesiástico, coros gregorianos y riffs graves con guitarras de ocho cuerdas se fusionaron en un black/doom ceremonial capaz de transportar al público a otra dimensión. Temas como Песнь 1 y otras letanías oscuras sonaron con una densidad emocional poco usual, intensificando el impacto de una escenografía ritual que mantuvo el misterio en torno a la identidad de sus miembros.

Cuando el concierto terminó, los músicos salieron con el mismo paso lento y solemne con el que llegaron, disipándose en la oscuridad como sombras rituales. Fue sin duda el broche más místico y memorable del festival, una misa negra que convirtió al Castillo Sohail en santuario, y dejó claro que ver a BATUSHKA fue, para muchos, un momento esencial de Sun & Thunder.

Nos despedimos del recinto con KABRÖNES sonando de fondo y, con un gran pesar, tras tres días, abandonamos Marenostrum y Sun And Thunder. Pero solo lo abandonamos en plano físico, ya que, en nuestras mentes, cada uno de los momentos especiales del festival queda grabado: la subida al castillo y su bajada, el calor, pero, sobre todo, cada una de las bandas que entregó al público un pedacito de sí mismas.

En general, nos hemos quedado mayormente en el Castillo y su escenario Thunder, con unas propuestas más arriesgadas y bandas que pocas veces se han visto en Andalucía, y menos en Málaga. No sé cuándo tendremos otra vez la posibilidad de ver bandas como TÝR, EIHWAR, MYRKUR, BATUSHKA o LEVEE, y no se podía desaprovechar la oportunidad.

En general, una primera edición exitosa, con detalles que pulir, pero muchos de ellos no están en manos de los organizadores, ya que el recinto no se monta exclusivamente para ese evento y cualquier modificación supone un coste.

Sun And Thunder ha cerrado su primera edición con un mensaje claro: habrá segunda edición, y estaremos allí para dar fe de ella.

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