Crónica: Y Madrid bailó una vez más al ritmo de KOMA – Sala La Riviera, Madrid – 25/05/24

El 25 de mayo, la Sala Riviera de Madrid fue el lugar escogido por la banda de Navarra, KOMA, para cerrar antes de las fechas de verano, su gira Una ligera mejoría antes de la muerte tour 2024. Una actuación que desató una tormenta de ritmos que sacudieron el suelo del lugar. Una explosión de energía, que seguirá sonando en los oídos de los que allí asistimos, por mucho tiempo.

Temprano me acerque a los alrededores de la sala, bajo un sol que ya anuncia aroma de verano, donde ya se podía ver a gente esperando a la apertura de puertas. He de reconocer, que la última vez que pude disfrutar de un concierto de KOMA en salas fue allá por 2007, cuando recién sacaron el disco de Sakeo, en la ya desaparecida sala Heineken. Ya había ganas de repetir de la experiencia.

Una vez dentro, la gente empezó a correr, entre una cortina de humo, unos para situarse en las primeras filas y así no perder ni un solo detalle, otros aprovechaban la visita al stand de merchand y hacer compras, y mientras tanto, la cerveza empezaba a correr. Pronto se acercaba la hora de que comenzase el espectáculo, el público, con los puños en alto empezó a coro, a gritar el nombre de la banda. Segundos después, las luces se apagaron, y en el escenario vemos aparecer a sus cuatro miembros situándose en sus posiciones. Juan Karlos Aizpún en la batería, Rafa Redín al bajo, Natxo Zabala preparado con la guitarra, y Brigi Duque voz y guitarra al frente de todos ellos dándonos la bienvenida. Por fin, lo que muchos estábamos esperando, el concierto comenzó. El público, una marea de camisetas negras, se movía al unísono, como olas en un mar de aguas bravas, al ritmo de la música. Un set de canciones bastante extenso, casi dos horas de actuación, donde no faltó ninguno de los temas más clásicos de la banda, junto a canciones de su último trabajo, y que da nombre a la gira.

La explosión musical comenzaría con Dinamítalos, canción que marcaría el ritmo a todo el concierto, y que le seguiría El viaje y La máquina del tiempo, los tres sencillos principales del nuevo disco, Una ligera mejoría antes de la muerte. Inmediatamente después, no bajaríamos de esa máquina del tiempo, para embarcarnos en un viaje, donde transportaron a la audiencia a momentos de la propia historia musical de la banda, conectando el pasado con el presente. Un pasado en la banda, en la que en esa noche pudimos disfrutar de canciones como Tío Sam, Se dónde vives, Me vacío, El pobre y El muro de Berlín. Una noche llena de música, con el tema La almohada cervical, una dulce historia de amor en los cursos para desempleados, hizo que miles de gargantas cantaran “… Que lo nuestro siempre fue heavy metal”. La misma energía se vivió en Imagínatelos cagando, toda una declaración de que nadie es mejor que nadie, sobre todo cuando hacemos cosas comunes. El entusiasmo y complicidad de KOMA era contagiosa, sus cuatro miembros actuaron como un conductor de electricidad que alimentaba la pasión de una multitud totalmente entregada al rock and roll.

Aún quedaba mucho concierto, y Palabras mágicas, del último disco, fue el tema encargado de iniciar los bises. Aunque que es un tema, que personalmente me encanta, que añade una pausa al ritmo que nos tiene acostumbrado KOMA, en este caso nos sirvió para coger aire para prepararnos a lo que se nos venía a partir de ese momento. Con Sakeo, a petición de Brigi Duque, su cantante y carismático líder, la gente acompaño con sus voces a coro, cantando durante toda la canción. En Aquí huele como que han fumao y Bienvenidos a Degüelto, el público ya se volvió completamente loco. Temas muy rápidos, lo que fue perfecto para que mientras la banda improvisaba divertidas sintonías de clásicos de series de dibujos animados, el público provocara que se crearan diversos moshpit por cada rincón de la sala La Riviera, haciendo que la gente bailara. Unos KOMA emocionados, aprovecharon, ese mismo momento, para presentarse y agradecer al público su presencia esa noche.

Ahora sí que ya se acercaba el final, con los acordes de la marcha fúnebre de Chopin, muy acorde al nombre de la gira, fue la señal para que Mi jefe pusiera el mejor cierre a la noche y despedirse del público de Madrid por todo lo alto, así con gracia torera, saliendo por la puerta grande. Una noche que, sin duda, quedará grabada en la memoria colectiva de los que fuimos parte de ella. Vuelvo a repetirlo, después de bastante tiempo de ausencia, la espera valió mucho la pena. Hasta el próximo concierto.

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