En el ambiente enrarecido de estos días se percibe la llegada de la llegada de Halloween o como yo prefiero llamarla, Samhain. Entenderlo darlings, no es porque yo sea extravagante, que también, sino porque Samhain es la festividad de origen celta más importante del período pagano en Europa (hasta su cristianización), en la que la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre servía como celebración del final de la temporada de cosechas comenzaba con la estación oscura. Vamos, lo que viene siendo una fiesta de transición.
Os cuento todo esto porque es la época en la que los amantes del terror sentimos verdadero placer al sentarnos a oscuras y rememorar películas como la saga de Halloween o la Matanza de Texas, si queridos, esas en las que una rubia de sugerente senos y minúscula camiseta de tirantes blancos corre despavorida por el bosque y no encuentra lugar más seguro que un sótano sin luz, mugriento y hediento, donde todos sabemos que será “loncheada” y sentiremos el placer de dejar de escuchar esa voz tan irritantemente chillona.