“La Femme Damnee” – Nicolas-François Octave Tassaert

Cuando las obras de arte conjugan en su existencia sexo y erotismo, sabemos que seguirán generando controversia a través de los años. La mujer maldita que tenemos en primer plano, fue pintada en 1859 y a día de hoy les expertos siguen debatiendo sobre si es arte o pornografía. Mi opinión ya es sobradamente conocida ¿te ha generado una emoción (positiva o negativa) que te nubla los sentidos? Si la respuesta es afirmativa, es una obra de arte, en el presente caso es arte erótico. Pensad por un momento, veis este cuadro solo que en él los individuos trasladan a la mujer sin ninguna actividad sexual, todo el mundo ipso facto acertaría a decir que es un óleo y por supuesto, hablaría de arte, de estilo clásico y algunos (los más osados) hablaría de Gustave Courbet por ejemplo. Entonces, qué nos pasa para ver un acto sexual y que nuestra moral salga de inmediato como un hooligan enarbolando la pancarta de “no es arte, es pornografía”, en este supuesto, influye claramente que la persona que goza es de género femenino. Y todo este maremágnum de ideas y sensaciones hemos de encuadrarlo históricamente en el año 1859 (y nos creemos muy transgresores).

Tassaert no fue un artista simple ni banal, posiblemente muy avanzado a su tiempo, disponía de un enorme talento y sensibilidad con una capacidad voraz de análisis social con respecto a su época, su obra está preñada de retratos, acontecimientos históricos que, si bien pintaba como medio de subsistencia, también, en ellas subyacía un grito de protesta hacia una sociedad burguesa claramente hipócrita.

Denuncia en sus pinturas la injusticia social con crudo realismo: aparecen familias rotas, menores moribundos al abrigo de las calles, huérfanos, prostitutas suciedad, hambre y pobreza. Sin embargo, mi predilección por él viene al albor de esos tabúes que destapa de forma magistral: penes erectos, desnudos impúdicos, sexo anal entre hombres, la masturbación femenina, la mujer que usa preservativo y protege su sexualidad. Rechazaba el elitismo del mundo del arte y se mantuvo alejado de él resultando incómodo y poco valorado por la crítica de la época.

Más de siglo y medio después, La Contadora ha sentido la pulsión de resignificar una soberbia obra de él, de un erotismo excepcional; La femme damnée. Como era de esperar fue en su momento prohibida, censurada al ser considerada obscena. Sinceramente, cada vez que la veo resuenan por todas mis células Closer de NINE INCH NAILS ¿no os pasa igual? ¿Sentís como discurren por vuestras venas los acordes?:

“You let me violate you
You let me desecrate you
You let me penetrate you
You let me complicate you

I broke apart my insides
(Help me) I’ve got no soul to sell
(Help me) the only thing that works for me
Help me get away from myself

I wanna fuck you like an animal
I wanna feel you from the inside
I wanna fuck you like an animal
My whole existence is flawed
You get me closer to God”

Una vez que hemos entrado en calor, os pido que observéis detenidamente la obra, la figura femenina central es presentada a modo de Venus, está siendo besada por tres orificios: la boca, el pecho y la vulva. Desde una mirada heterosexual se podría creer que quienes la besan son hombres, pero es una imagen llena de ambigüedad y está abierta a diversas interpretaciones. Algunos críticos consideran que no son hombres los que la besan, sino mujeres, lo que, de ser así, representaría la visibilización del acto lésbico, algo que, si ya era muy escandaloso para la época de Tassaert en la actualidad tan manida y con cierto aroma a naftalina, no queda al margen de la polémica. Estos seres están de espaldas, lo que impide conocer el género al que pertenecen; de cualquier modo, esto no es lo verdaderamente relevante, si no lo que inspira la imagen, el amor carnal y éxtasis sexual casi místico. En un sentido espiritual, representaría el placer celestial insuflado por bellos ángeles, seres asexuados, andróginos; la fusión hombre y mujer. Me resulta muy curioso que quien ve por primera vez esta obra da por hecho que se trata de ángeles, pero éstos no tienen alas.

Tassaert hace un uso magistral de los tonos pastel, gracias a ellos consigue una atmósfera de intimidad y calidez, al igual que el sutil detalle de la única tela que aparece al rodear los cuerpos (un velo violáceo) se asocia al color del misticismo. Comenzando por abajo, el ¿ángel? agarra a la mujer por la cadera y besa su vulva, centro neurálgico por excelencia del placer, el ser bebe le practica sexo oral, envolviéndola en un éxtasis de sentidos, habiéndola presa del placer. Ella se retuerce casi convulsiona presa de la “petite mort” pero el ser la sostiene firmemente y la acerca a su boca.

Al mismo tiempo, otro ser le acaricia el busto. Besar el pecho es sensacionalmente sensual para la mujer pues éste es muy sensible, está repleto de terminaciones nerviosas y conectado al útero, lo que, tan solo con su estimulación, se llega a contracciones vaginales y uterinas y frecuentemente, al clímax. El pezón pierde aquí su función natural reproductiva y se instrumentaliza al deseo.

Por último, esta experiencia místico sexual se sella con un beso en los labios a la mujer extasiada, máxima expresión de amor y adoración. Es tan intensa la alegría y el placer que incluso duele, de ahí el oxímoron; la mujer condenada. Es un título lleno de ironía, de contradicción con la imagen. ¿Cómo a esta mujer que se retuerce de placer puede llamársele condenada? ¿Por qué, si vive una experiencia tan gloriosa? Es la inevitable paradoja. Posiblemente porque, tal y como citó Baudelaire, “el placer es un verdugo sin piedad”; el extremo placer puede llevar al extremo dolor, como también tiranizarnos y sumirnos en el caos. De dicha experiencia pueden dar fe quienes en determinado momento se han visto encadenados al placer en una especie de circulo vicioso buscando calmar el dolor de ciertas heridas emocionales.

De ahí esta pintura divina y maldita: en la imagen vemos a una mujer retorciéndose, presa del placer, pero éste dura breves instantes, después acontece el vacío y la vulnerabilidad. Es éste el reverso de la moneda, ese cubierto que es cuchillo y arma, tan solo depende del uso que haga el individuo. El placer como adormidera del sentir y los sentimientos, como inmensa fuerza sin límites. ¿Realmente quién puede afirmar que ella está gozando y no sufriendo? El gozo prolongado durante mucho tiempo se convierte en rutina.

La imagen admite muchas interpretaciones, no hay solo una visión válida. Podría considerarse que la mujer disfruta de plena libertad por cuanto se la muestra levitando, fluctuante como el aire inapresable que simboliza al pensamiento, la inspiración.

No cabe duda que en 1859 poner la vida en el centro, darle prioridad a la sexualidad de la mujer, adquiriendo protagonismo, dejando de lado tabúes y tratando la SEXUALIDAD en mayúsculas, sin corsés, fuera de la heterónoma, triunfante, altiva, aplastante la Mujer como su propia, dueña de su placer y su destino; la que vuela libre, que piensa y se piensa a sí misma, suponía toda una osadía que hizo pagar un alto precio a nuestro autor. De hecho, el poco reconocimiento al trabajo de Tasseart fue por la temática pornográfica con la que abordó algunas de sus pinturas.

Como escribió Georges Bataille: “Sin prohibiciones no hay erotismo”. Por ello, mi predilección por aquellos autores polémicos que suele desviarse de la vereda marcada. Éstos te sitúan ante tus miedos, tus pulsiones, te obligan a mirarlas a los ojos y a sumergirte en su mar de frustración y dolor. Al final darlings, para la libertad y contra el conformismo solo queda el amargo abrazo de la provocación.

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