“La lechera” – Johames Vermeer – El erotismo oculto

En ocasiones el erotismo, la sensualidad no se nos muestran de forma explícita. Si disfrutamos de una obra donde se muestran desnudos, obviamente resulta imposible sentir el “hormigueo” interno inicio del placer. Pero hay determinadas obras de temática aparentemente cotidiana que sin entender cómo, nos provocan esas sensaciones de las que os hablo.

Pensaréis, ya está La Contadora viendo sexo por doquier, efectivamente, el sexo es tan consustancial al ser humano que envuelve cada acción, por simple y rutinaria que parezca y para muestra un botón: La Lechera de Vermeer.

Aproximarnos a este óleo sobre lienzo de reducidas dimensiones os ayudará a entender lo que os relato. La lechera es la madre de todos nosotros. Está en la cocina y prepara la merienda, de hecho, el hiperrealismo del cuadro nos transporta el olor a pan recién horneado e incluso la frescura de la leche que se vierte delicadamente sobre la vasija de barro. Casi que nos recuerda al olor de la infancia.

Entenderlo, los productos lácteos, la sensación de pureza y bienestar de la imagen, los mayores de mediana edad tendrán la imagen en sus cabezas y los millenials, preguntad a vuestros abuelos.

Vermeer inicia esta obra en el año 1658 cuando vivía en Delft, en los Países Bajos. Se da una paradoja en los pintores de la región y la época, se trata de un país protestante, así que no hay grandes encargos de la Iglesia y como guinda del pastel, es una república así que no existen encargos por parte de la realeza. Curiosamente, hay un mercado de arte más desarrollado que en Europa con aficionados que optan por los temas decorativos como paisajes o escenas de la vida cotidiana.

Durante mucho tiempo y hoy en día sigue pasando, los expertos tan sólo han visto en esta obra una pintura naturalista radicalmente distinta a la temática religiosa que imperaba en Francia o Italia. Y entenderme, La lechera es un óleo de fuerte carga detallista que llega a elementos como el color de la piel, la cual cambia de tono debido a que el Sol ha dejado una marca sobre su brazo. Así la lechera aparece retratada con las mangas remangadas, para facilitar el fenómeno de la incidencia solar.

Además, apreciamos elementos como algunas manchas en la pared propias de la humedad, varios agujeros e incluso algunos clavos. Vermeer es un pintor el cual llega casi al hiperrealismo, adelantándose más de tres siglos a esta forma de retratar la realidad. Véase detalles como el color de la piel o el sudor en el rostro. Es tal el nivel de hiperrealismo que refleja hasta el polvo y el barro acumulado en el suelo.

Pero todos estos elementos que pueden resultar anodinos si no eres un experto en historia del arte, quedan relegados a un segundo plano cuando miramos más allá de lo tangible, os invito a adentraros en el mundo de las sensaciones ¿jugamos? os entono un poco antes de daros una pista trascendental que os hará cambiar por completo la visión de esta escena, subo mi radio y… ummm, ya escucho los acordes de Nirvana (que grande y guapo Kurt Cobain, perdón, me pierdo)y su Where did you sleep last night?:

“ … My girl, my girl, where will you go
I’m going where the cold wind blows
In the pines, in the pines
Where the sun don’t ever shine
I would shiver the whole night through
Her husband, was a hard working man
Just about a mile from here
His head was found in a driving wheel
But his body never was found…”

Ah sí, la pista que os comenté: la pintura holandesa de la época contiene infinidad de insinuaciones y si pensamos, la lechera es un cliché erótico que todos entendía “ipso facto”.

Mirad ese cubo de madera que aparece en la zona inferior de la esquina derecha. Se trata de un calentador cuyo interior contiene un azulejo y brasas ardiendo, se usaba para calentar pequeñas prendas, si queridos, me refiero a ropa interior. Este detalle no es sino una metáfora, una sutil referencia al calor interno que siente nuestra lechera de voluptuosos pechos que se aprecian en el ajustado corsé amarillo (quedaros con el color porque es un guiño más de nuestro pícaro artista) cuyos corchetes parecen a punto de estallar al no poder contener tanta curva.

Justo al lado del calentador, en la cenefa de azulejos hay dibujado un hombre pequeño con un bastón, alude al marido ausente. Más abajo, Cupido lanza sus flechas con libertad, anunciando el deseo por otro hombre o más.

Hago referencia a la posibilidad de más hombres porque Vermeer en un cuadro de su juventud llamado La alcahueta, ya había pintado a una joven muy similar con prendas blancas y amarillas, dicha mujer aparece acompañada de dos hombre, uno de ellos tiene un instrumento en su mano (para entonar el ambiente) y el otro deposita su mano en el pecho. Todos sonríen, ella se sonroja, parece ser que a nadie le amarga un dulce.

Encontraréis análisis pictóricos de esta obra en la que, con fundamento, se os hable de que este cuadro destaca por sus colores llamativos, azules, rojos, verdes, amarillos y dorados le dan un brillo especial tanto a la vestimenta de la lechera como a los ropajes de la mesa, los cuales atrapan al espectador, dicho colorido no hace sino aumentar la sensación de calidez, lujuria que contrasta con la sobriedad de la escena y la cocina pero que incitan a sentir ese “cosquilleo interno” del que os hablaba.

Algunos expertos hablan de como Vermeer retrata al personaje principal en la obra La Lechera. Aludiendo al hastío y cansancio del trabajo, ya que se muestra un rostro sufriente el cual expira de cansancio con una boca cerrada casi a regañadientes. Disculpad a una profana, pero ese sentimiento lo identifico con hastío emocional ante la dejadez de un marido muy poco complaciente a nivel sexual y que permanece grandes temporadas ausente.

Algunos estudiosos perciben en esta obra sobriedad, sufrimiento, belleza y alegría. Efectivamente, pero una vez más y como suele pasar, el motivo no proviene de algo tan anodino como la rutina o el trabajo físico, son los más bajos instintos los que danzan en el cuerpo de nuestra protagonista y que desbordan en el colorido, en los detalles.

Parece ser que nuestro pintor sintetizó en esta belleza de obra aquella premisa de “mujer callada, mujer cansada y mujer cansada… se marcha”.

“My girl, my girl, where will you go
I’m going where the cold wind blows
In the pines, in the pines
The sun, shine
I would shiver the whole night through”
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