“Le Sommeil” de Gustave Courbet – La provocación sensual de la intimidad

Cuando hablo de arte suelo hacer referencia a una característica asombrosa del mismo, el arte no siempre es bello o perfecto. Uno de los elementos más apasionantes del arte es su capacidad de remover sensaciones, de generar sentimientos, de provocar.

Será tal vez, que sufro de cierta tendencia a la admiración de aquellos que transgreden la moral, normas estéticas y estilísticas imperantes, pero hablar de arte y sexo me evoca inexorablemente dos grandes obras del pintor cumbre del Realismo: Gustave Courbet (1819-1877).

Courbet supo desenvolverse con maestría en el noble arte del erotismo cuando en 1866 realizó su obra Le Sommeil (El sueño), un óleo sobre lienzo de evidente temática lésbica, que se encuentra en la actualidad en el Museo del Petit-Palais en Francia.

De un simple vistazo a Le Sommeil, nos percatamos que Courbet fue un provocador nato, el típico tipo con el que te irías a tomar unas cervezas y lo que surja. Comenzó su etapa erótica en 1855 con su pintura L´Atelier du peintre la cual realizó expresamente para el Salón de la Exposición Universal de París, dando rienda suelta a la polémica y su censura. Así, Courbet se olvidó de la temática social y se lanzó al mar del erotismo eliminando cualquier atisbo de elementos religiosos, no hay dudas, fue el tipo duro que desafió a las reglas academicistas de la época.

Pero vamos a zambullirnos en el mundo del erotismo de la mano de Le Sommeil. Este cuadro junto al L’origine du monde(El origen del mundo), fue encargado por el embajador turco en París, Pasha Khalil Bey, coleccionista de arte de temática erótica de la época.

Le Sommeil constituye la sensualidad en mayúsculas, en él dos mujeres descansan unidas, aisladas de todo lo demás, posan sabiéndose bellas y desafiantes, extasiadas tras el orgasmo de la relación que se intuye. Gustave se recrea en el erotismo del descanso tras el culmen salvaje del sexo, ambas reposan apoyadas invitando a volar la imaginación haciéndonos una idea de lo tórrido de la relación.

Elucubremos aún más y arrastremos dicha escena a nuestra actualidad, mi mente febril capaz de imaginar el más mínimo de los detalles las piensa derrotadas, diría que la mujer de cabellos rizados cobrizos, por la expresividad de su rostro se encuentra abstraída en los mundos de Morfeo en otro sueño erótico (consiguiendo así el sumun de la metáfora), mientras a lo lejos se escuchan los últimos acordes de la canción que les ha acompañado cabalgándose, en este caso diría que suena Wicked Games en la versión del grupo musical HIM (quienes no se quedan parcos en sensualidad y erotismo), si afinamos el oído nos parece percibir como los gemidos se entrelazan con los acordes que se desbordan por la espalda erizando la piel, marcando el ritmo pausado de la respiración que comienza a calmarse tras el frenesí de los cuerpos entrelazados:

“The world was on fire, no-one could save me but you

It’s strange what desire will make foolish people do

I’d never dreamed that I’d need somebody like you

And I’d never dreamed that I’d need somebody like you (…)”

Arrastro la mirada a la los elementos simbólicos del cuadro, son soberbios; el collar símbolo del pecado se contrarresta con el cáliz que representa el perdón por el acto cometido.

Plácido y delicado, Courbet habla de cercanía estética para regalarnos la cotidianeidad de la intimidad sexual, eleva a los estándares de arte la simplicidad del instante post coito. Traza un entramado de cuerpos en reposo en el que la blancura de la piel de la mujer de pelo rojizo atrapado, gustosamente por su compañera morena, produce un efecto de gran carga erotizante. Es más, la joven morena mantiene la cabeza algo alzada dominando la situación al atar a la joven pelirroja con su pierna derecha, en tanto su pierna izquierda reposa sobre los genitales de ésta.

Cómo no imaginar a Courbet junto a una copa de buen vino, recostado sobre un diván, sudoroso deslizando las últimas pinceladas sobre los cuerpos blanquecinos y turgentes, casi extasiado, murmurando:

“What a wicked game to play

To make me feel this way

What a wicked thing to do

To let me dream of you

What a wicked thing to say

You never felt this way

What a wicked thing you do

To make me dream of you”.

Compartir:

Deja un comentario

COPYRIGHT © 2020 | THE METAL FAMILY | ALL RIGHTS RESERVED | JKG DESIGN
A %d blogueros les gusta esto: