OLYMPIA – Edouard Manet

Hace unas cuantas entradas que nos conocemos y ya habréis percibido que en esta sección no se trata tanto de hablaros de arte en estrictos términos técnicos (para eso dejo a los historiadores del arte y maestros de bellas artes) sino como en su día hizo Foucault, analizar las pinturas en términos de lo que está aparentemente oculto y el conocimiento que surge de tal análisis.  Para ello os traigo en esta ocasión el sumun: Olympia de Edouard Manet.

Éste óleo sobre lienzo que actualmente duerme en el Museo de Orsay de París, Francia, representa a una venus clásica aderezada al estilo del S-XIX, obra que resultó ser un escándalo al representarla el pintor como una prostituta que espera un cliente.

Vale, hasta aquí nada extraordinario ¿verdad? Ya os lo he comentado, en este cuadro hay un detalle velado que no hemos sabido ver bien. Antes de sumergirnos en éste óleo dejadme que hoy ponga mi canción favorita, pero esta vez no es la original, se trata de un cover de METALLICA respecto de una canción de THE ANIMALS, si darlings, The house of rising sun, que si bien hay posiciones enfrentadas sobre a qué se refiere la letra, La Contadora opina que habla de un prostíbulo de Nueva Orleans:

“There is a house way down in New Orleans
They call the Rising Sun
And it’s been the ruin of many a poor boy
And God I know I’m one
Mother was a tailor, yeah, yeah
Sewed my Levi jeans
My father was a gamblin’ man, yeah, yeah
Down, way down in New Orleans…”

Centrándonos en nuestro cuadro, es en el año 1863 cuando Manet pinta Olympia inspirada en La Venus de Urbino, de Tiziano, pero las comparaciones son odiosas, la técnica pictórica de Manet no está a la altura del pintor clásico. Sus blancos son demasiados blancos, sus negros muy negros y la gestión del volumen y la perspectiva brillan por su ausencia, de hecho la habitación parece taponada por una pared.

La pintura de Manet, muestra a una mujer desnuda reclinada con confianza en una cama. Olimpia no lleva nada más que una cinta negra alrededor del cuello, una pulsera de oro en la muñeca, zapatillas Louis XV en los pies y una flor de seda en el pelo, todos símbolos de la riqueza y sensualidad. Al pie de la cama hay un gato negro, y a su lado una sirvienta negra que le trae un ramo de flores. Pero el rasgo más llamativo de la pintura, lo que la define como una obra de arte impresionista revolucionaria, es su creación en un contexto moderno. Olimpia no es una diosa clásica ni una ninfa mitológica, Olimpia es una prostituta parisina del siglo XIX.

Veamos Contadora, estamos cansados de ver cuadros con desnudos realizados con anterioridad a éste. ¿Qué tiene de relevante Olympia? Es un desnudo de tantos. Es cierto que la mayoría de las esculturas griegas consistían en desnudos, y el Renacimiento italiano consideraba el cuerpo humano como el tema principal. Pero la desnudez solo era aceptable en un contexto regido por ciertos cánones de estética y composición por mor de usarse para representar diosas mitológicas. Olympia es una obra de arte impresionista con marcadas diferencias frente a los desnudos genéricos o mitológicos realizados anteriormente. Hasta Manet, el desnudo sólo estaba reservado para una Venus clásica. Olympia implica más que la desnudez, representa a la prostituta en lugar de la clásica Venus. La sociedad burguesa de finales del Segundo Imperio se enfrentaba a su hipocresía y se niega a reconocerse.

El personaje central se expone como una prostituta. En lugar de las doncellas que acompañaban a los desnudos del Cinquecento, entra en escena llevando un ramo de flores una mujer negra, cuyo rostro, casi imperceptible sobre el fondo oscuro, contrasta con los tonos claros de su vestimenta oriental. Por otra parte la piel pálida de la mujer desnuda que mira directa y provocadoramente a los espectadores supone un contraste  junto a las sábanas y las almohadas por el fondo oscuro, resaltando la atmósfera de íntima sensualidad. En lugar del inocente perrito arrollado que se encuentra en La Venus de Urbino, a los pies de Olympia encontramos un despierto gato negro que simboliza a menudo la ambigüedad (quedaros con este detalle y más adelante veréis que simboliza) y la inquietud, estando implicado en relaciones o situaciones promiscuas o veladamente eróticas. Respecto a otros elementos simbólicos notorios os comento que el brazalete que lleva la mujer desnuda pertenecía a la madre de Manet; el ramo de flores era un típico regalo que los clientes ofrecían a las meretrices de clase alta; también tiene connotaciones simbólicas el “je-ne-baise-plus” (choker en términos zareros actuales) que ciñe al cuello de Olympia. La orquídea entre los cabellos es también una referencia al sexo, ya que se creía que tal flor poseía poderes afrodisíacos. Por otra parte, Olympia calza un solo zapato de tacón; en clara alegoría de la inocencia perdida. La manera en la que la modelo cubre sus genitales no está asociada al pudor o castidad; el gesto realiza una tajante declaración: “el espectador, al que le corresponde el papel de cliente, no ha pagado para verla”.

Para pintar su cuadro Manet recurrió a modelos cuya realidad social estaba muy alejada de los tópicos. Las dos mujeres de la obra eran vecinas del barrio del pintor, de hecho hay un retrato individual de cada una realizado por Manet un año antes de Olympia. La modelo negra se llamaba Laure, ignoramos su apellido, Manet la conoció a través de un amigo común, Jeanne Duval, pareja de Baudelaire y artista de origen antillano. Desconocemos su oficio, si bien se sabe que posó para más autores. De la mujer pelirroja y protagonista principal conocemos muchos más detalles. Se llamaba Victorine Meurent y era música, poeta y modelo. Posa para multitud de cuadros de Manet, toma clases de pintura y hasta expone a la vez que el pintor en 1870.

Victorine es homosexual, en 1907, cuando el cuadro entra en la colección nacional, se instala en Colombes con su pareja, Marie Dufour, pianista. Os relato este aspecto porque más allá de las apariencias, el cuadro nos sugiere una historia de Francia muy distinta, una historia femenina cuyo redescubrimiento solo acaba de empezar.

Era mucho más sencillo fantasear con una Olympia prostituta que vende su cuerpo a jóvenes burgueses parisinos que ver el retrato más realista; una pareja de lesbianas, intelectuales, un domingo por la tarde en su casa de zona residencial con su gato. ¡Oh, la la!.

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