Después de 20 años de trayectoria, sobre los que, por cierto, trata el estupendo documental “20 años no son nada”, el guitarrista y cantante madrileño JORGE SALÁN no necesita presentación.
Tras dos discos en los que se acercó al blues, en el que es el décimo de su carrera en solitario -sin contar con directos y recopilatorios- ha regresado al hard rock demostrando estar en plena forma con el que es, sin duda, uno de los mejores álbumes de su carrera. Aquí demuestra su versatilidad encargándose de la guitarra, la voz y el bajo y lo hace muy bien en los tres casos, aunque lógicamente destaca con su instrumento favorito. Como guitarrista vuelve a demostrar que es, probablemente, el mejor de rock de España hoy en día, con espléndidos riffs y solos que, además, son bastante variados, pero siempre dentro del hard rock excepto en la balada acústica Divinas palabras. En lo que respecta a su labor como cantante, aunque no es tan bueno como con la guitarra y en mi opinión le falta algo de potencia para el estilo que practica, tiene una forma de cantar muy hardrockera que le va muy bien a la música. Y como bajista, a pesar de que no destaca como con la guitarra, demuestra un buen domino del instrumento. De hecho, aunque brilla como guitarrista, las canciones no son solo una excusa para su lucimiento como tal, lo que es de agradecer.