Review: WOLF – “Shadowland” (Century Media – 2022)

Tengo que reconocer mi gran debilidad por el metal de factura sueca, más clásico y con más tradición que en otros países. Siempre se han exportado grandes discos del género entre los nórdicos. Cierto es que, antes de la primera escucha, ya me había hecho a la idea de un disco de corte oscuro, aunque, en esa primera pasada, la sorpresa ha sido precisamente ver que nos vamos a encontrar un disco, sobre todo, enérgico y vibrante.

Once cortes en este Shadowland que nos llega de manos de unos de los máximos representantes del NWOSHM (New Wave of Swedish Heavy Metal), WOLF. Entre ellos, una diversidad temática pero una gran congruencia en cuanto a sonido, que hace fácil escuchar la totalidad del trabajo como una sola idea donde se han ido explotando diversos matices.

Dust hace los honores para la apertura de este noveno trabajo de WOLF y lo hace con un tema de sonido heavy metal clásico que nos introduce en el estribillo desde una primera estrofa casi cinematográfica. Incluso las vibraciones en el final de algunas frases contribuyen a crear esa sensación, que se acentúa alrededor del tercer minuto, donde el protagonismo de la guitarra se alterna con el fraseo vocal y nos conquista, como los buenos álbumes, en el primer corte.

Visions for the blind sigue la estela del tema que le precede, si bien, se instala con comodidad sobre el juego vocal en el que Niklas Stålvind (Olsson) (voz y guitarra) se desliza con soltura en una pista que vuelve a esperar a la mitad de la canción para hacer un amago de solo que finalmente se desdibuja rápidamente y nos deja esperando una exhibición de virtuosismo que, finalmente, en este tema, se sugiere, pero no se completa.

El comienzo de The Time Machine, sí vaticina una rítmica apretada en ese tercer tema en el que podríamos destacar los estribillos más melódicos, donde la voz se acomoda y el bajo que se hace protagonista por unos segundos sobre el tercer minuto también. Tiempo que, como en una fórmula matemática, se repite como patrón estructural en bastantes de los temas que contiene este trabajo. Eso sí, en éste, por fin el esperado solo le arrebata el protagonismo al resto de pistas, tal como esperamos en un tema dentro del género.

Evil lives vuelve a comenzar con brío a través de esa guitarra que imprime personalidad a todos los cortes. El resto, dentro de la homogeneidad del propio disco, no cae sin embargo en la monotonía. Dejan respirar a cada tema y explotan su solvencia como músicos para meternos en esa rítmica medida que nos mantiene atentos a la evolución del tema en búsqueda de cambios y detalles.

Seek the silence, quinto tema del disco, vuelve a repetir el patrón de los temas anteriores si no nos fijamos en el fade out, que rompe la estructura minuto y medio después de comenzada la canción y nos enfrenta, precisamente, a ese silencio que utilizan como argumento para este corte. Nuevo solo, arriesgado y complejo poco antes del tercer minuto y vuelta a la rítmica electrizante que consigue sustentar cada uno de los temas.

El corte que da nombre al disco Shadowland, es quizás el más pegadizo de los que lo componen, tanto por el patrón rítmico, fácil de seguir incluso para los que aseguran ser arrítmicos, como por el estribillo y la línea vocal que se acomoda con facilidad a la melodía hasta que, nuevamente, la guitarra deja su impronta en forma de un solo afilado que deja paso nuevamente a la cadencia que marca todo el tema.

The III.Fated Mr. Mordrake vuelve a dejarnos un regusto muy cinematográfico, al igual que el primer tema, estamos ante dos cortes que podrían formar parte de la banda sonora de cualquier película de acción e incluso super héroes. Entre lo épico y lo vibrante, el tema se mantiene, sin demasiada evolución, a lo largo de sus más de cinco minutos de duración.

La primera sorpresa, de alguna forma, llega con Rasputín, octavo corte del disco y quizás el que tiene un comienzo más cercano al hard rock que al metal clásico. También la propia línea vocal, apoyada solamente sobre la capacidad de Olsson como cantante, siempre dentro del sonido propio de la banda, sin arriesgar en demasía. Si una fórmula funciona ¿por qué cambiarla?

Exit Sign sin embargo entra de lleno en el tema a través de la sucesión de notas que se deslizan ágilmente por el mástil y apuran sus posibilidades hasta que la voz toma el relevo. Nuevamente, esa estructura de probada fiabilidad sirve como apoyo a la siempre certera instrumentación con la que, cada tema, se convierte en una composición elocuente y dotada de cierta elegancia en las transiciones.

Décimo tema ya, Into the black hole, bien colocada en el orden elegido para armar el larga duración, va dejándonos intuir que nos acercamos al final del disco. Más letárgico, más oscuro incluso que los que le preceden, aunque misma estructura y mismos recursos. Ante un disco de este género, si algo tenemos claro desde el principio, es que no nos esperan grandes sorpresas, aunque sí buenas canciones.

Llegado el final, Trial by Fire, se convierte en un tema ideal para abandonar un escenario (o un disco en este caso) con la energía “at the top”. Tras un extenso minutaje, en el que disfrutamos la presencia continua del bajista Pontus Egberg (King Diamond) y el baterista Johan Koleberg (ex-Therion, ex-Lion’s Share), incorporados a la formación por primera vez en el disco anterior de la banda, el tema es sin dudas el más indicado para poner el cierre a este Shadowland.

Formación:

Niklas Stålvind – voz, guitarra

Anders G Modd – guitarra

Richard A Holmgren – batería

Simon Johansson – guitarra

Tracklist

1 – Dust

2 – Visions for the blind

3 – The Time Machine

4 – Evil lives

5 – Seek the silence

6 – Shadowland

7 – The III.Fated Mr. Mordrake

8 – Rasputín

9 – Exit Sign

10 – Into the black hole

11 – Trial by Fire

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