La venganza, la RAE la define como aquella satisfacción que se toma del agravio o daño recibido. No es que quiera contradecir a tan ilustres intelectuales que califican y definen términos para la mayor comprensión del resto de los mortales, pero en esa definición tan simplista me “noquea” un término: satisfacción. Lamento disentir, pero la venganza nunca aporta satisfacción, se urde, se programa, se detalla hasta el más mínimo matiz en busca de ese momento de placer, pero éste nunca llega, porque la venganza es una espada de doble filo que mientras la empuñas y la clavas, te hiere cortante de forma inversamente proporcional al odio con el que la aplicas.
Tan ruin sentimiento ha inspirado grandes obras de ópera, cine e impactantes cuadros que salvaguardan la esencia misma del término a modo de ventanal en el que asomarse sin ser visto (si, una especie de vieja del visillo artístico). No hay cuadro más idóneo para la ocasión que Venganza bajo juramento (Consigilio alla vendeta) de Francesco Hayez.
Éste óleo sobre lienzo de 237 x 178 cm fue firmado y fechado por el gran exponente del romanticismo histórico Francisco Hayez en Venecia en 1851. Se nos plantea la temática de la venganza como una gran obra teatral que se desarrolla ante los curiosos ojos del espectador.
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