El 11 de mayo había cumplido un año del anterior pasó de FAUSTO TARANTO por Sevilla, y si aquella vez los cogí con ganas, en esta ocasión iba con la pretensión de disfrutarlos más, de intentar empaparme más de su directo, ya que había tenido todo un año para escuchar sus discos y lograr quedarme con alguna que otra letra y más de un estribillo.
Existía un aliciente más para mí en lo musical, y era que no traían telonero.
Sinceramente, llegar a una sala, entrar, y que la banda que has venido a ver sea la que te reciba encima del escenario, no es comparable a tener que esperar hora y media hasta que ese momento llegue. Tienen que ser unos teloneros muy de tu gusto para que no te merme un poco el ánimo o te pueda un poco el cansancio.
El año pasado nos visitaron en otra sala de aforo más reducido, y en esta, “las ausencias” se notaban más.