“Fue en las trincheras donde sentí con mas fuerza su gélido aliento en la nuca. No me malinterpretes, nunca fue para mí un temor o inconveniente.
¿Quién le negaría su dulce beso en la frente cuando se ahoga en convulsiones sanguinolentas y estertores de dolor?
Para nosotros, la muerte, no era más que un vaso del mejor whisky, era la ansiada redención”.
La Contadora de Imágenes.