“Las señoritas de Aviñon – Pablo Ruiz Picasso – Cubismo para dummies

La Contadora se ha revestido de valor y por fin ha decidido hablar del cubismo y Picasso. Teníamos una deuda pendiente lo reconozco, pero quienes me conocen saben que no siento una gran devoción por dicho movimiento artístico ni por el pintor. Sí, soy consciente que tras esta manifestación por mi parte debo expiar mi culpa. No conozco mejor forma de hacerlo que zambulléndome de pleno en el cubismo e intentar trasladaros de forma instructiva y amena.

Para tan insigne ocasión me he decantado por la obra Las señoritas de Aviñon, un óleo sobre lienzo con el que en 1907 Pablo Picasso abrió las puertas al mundo de una revolución en la forma de transmitir a través del Arte.

Como curiosidad os comento que es la primera obra de todas las que hemos comentado en la que su forma de ejecutarla trasciende en polémica a su temática. Lo anterior no tiene otra forma de ser que a pesar de tan elegante nombre Las Señoritas de Aviñon que, si solo te susurran el nombre sin haber visto el cuadro, una puede imaginarse tomando el té de las cinco con ellas. Pero en realidad, hablamos de “Las señoritas de la calle de Avinyó”, una calle de Barcelona donde abundaban los burdeles. Y estas señoras estaban más en otros menesteres que en tomar el té de las cinco.

Picasso se sirve de esta obra como introducción disruptiva en la historia del arte, rompe de forma trascendental con los esquemas preestablecidos, destruye, dinamita en fragmentos los dogmas academicistas para crear una nueva realidad compuesta por pequeños cubos y figuras geométricas. Así, el cubismo representa la realidad mediante el empleo dominante de elementos geométricos, resultados del análisis y la síntesis, ahora lo tenemos perfectamente asimilado pero pensad en pleno año 1907 en donde prima el estatuto renacentista de la perspectiva. ésta desaparece, ahora la perspectiva es múltiple, fragmentando líneas y superficies. Se representan todas las partes de un objeto en un mismo plano.

Más complejo aún, pasamos de un arte que apenas requiere ser explicado porque representa la realidad que nos rodea a una representación del mundo en donde no tenía ningún compromiso con la apariencia de las cosas desde un punto de vista determinado, sino con lo que se sabe de ellas. Ya no existe un punto de vista único. No hay sensación de profundidad. Los detalles se suprimen, y a veces acaba representando el objeto por un solo aspecto, como ocurre con los violines, insinuados solo por la presencia de la cola del mismo. Por primera vez el Arte requiere de una exégesis por parte de la crítica, requiere de la elaboración de un discurso escrito que favoreciera la explicación de la obra.

Todo este maremágnum artístico brotó de la mente de Picasso, a quien me lo imagino en la exposición (privada) de la obra en 1907 ante críticos, poetas y artistas (como era el caso de Henri Matisse o Georges Braque) presentándola con un; Señores, amigos, artistas “la he liado parda”. La verdad es que cuando Picasso mostró el cuadro sus amigos y coleccionistas al ver que las figuras estaban cortadas en planos, facetadas y distorsionadas, les causó estupor y como acontece con todo lo innovador, se burlaron.

Regresando a la obra, en la misma convergen tres influencias fundamentales para su desarrollo: Cezánne (sobre todo sus bañistas), El Greco (en concreto su obra Visión del Apocalipsis) y el arte primitivo expuesto en el Museo del Trocadero en París, con sus máscaras africanas. Ahora que menciono las máscaras africanas ya empezamos a entender esas figuras femeninas que parecen tener cara de simios.

Algo tocado en su ego tuvo que quedar Picasso cuando guardó el cuadro hasta que en 1916 se expone por primera vez en el Salon d’Antin. Ocho años más tarde, Picasso lo vende a Jacques Doucet por un precio no muy elevado, que lo exhibe en el Petit Palais en 1925. En 1937 lo compra Germain Seligmann, por 150,000 francos.

Con esta obra inaugural del movimiento cubista no vamos a encontrar grandes dificultades para visualizarla como nos ocurrirán con pinturas posteriores. Nos situamos ante cinco mujeres desnudas y un bodegón compuesto por algunas frutas: una raja de sandía, un racimo de uvas, una pera y una manzana, todo ello converge sobre una mesa tapada con un mantel arrugado de color blanco. De las cinco mujeres hay tres que portan máscaras africanas. La mujer de la izquierda parece que entra en la habitación y sujeta un cortinón con su mano izquierda alzada. Tal vez se le presenta como una guardiana que cubre un cortinaje rojo pretendiendo tapar la escena. La figura que está a su lado tiene una perspectiva muy especial. A primera vista parece que está de pie, aunque con una postura forzada. Si el espectador se abstrae en esta sola figura puede ver que Picasso la pintó tumbada y vista desde arriba, con su brazo derecho doblado tras la cabeza y una pierna cruzada sobre la otra. A continuación, la mujer que está en el centro levanta los brazos doblados por detrás de su cabeza. En la esquina de la derecha está la única figura sentada, en una posición anatómicamente imposible, de espaldas al espectador, pero con la cabeza completamente de frente. Tras ella se encuentra la quinta mujer, de pie, que también parece descorrer una cortina. Por los conocimientos que se tienen del cuadro la escena tiene lugar en el interior de un prostíbulo.

Como ya apuntamos anteriormente, Picasso recrea alguno de los temas recurrentes en la historia de la pintura como son las diosas desnudas, las escenas de lupanar, las bañistas. Escenas que vemos por ejemplo en El baño turco de Ingres. 1862, La alegría de vivir de Matisse. 1905-1906 o en “Las grandes bañistas” de Cézanne 1900-1906.

Me llama poderosamente la atención la influencia del primitivismo: las dos figuras de la derecha muestran una clara relación con la escultura negra, sobre todo de corte oceánico, mientras que las dos centrales y la de la izquierda nos llevan a la escultura ibérica. El interés de Picasso por este tipo de arte radica en sus formas simplificadas y su sentido totémico, de hecho, cuando lo traslada al lienzo no solo se sirve de los rasgos estilísticos, sino también en su expresividad y es que para Picasso el arte primitivo es consustancial a la emoción las máscaras nos arrancan sensaciones como el miedo, pero además constituían una forma simplificada de la realidad, eran objetos mágicos con los que él impregnaba su obra.

Sinceramente y esta es una opinión muy personal (por favor que no me prendan fuego los verdaderos expertos en Arte, que yo ando opinando sobre lo divino y lo terrenal como loca sin camisa de fuerza) creo que Picasso tocó techo en 1906, no podía mejorar más su técnica, no podía pintar mejor, ya era todo un artista con el pincel, tenía dos opciones: encorvarse para no golpearse con su techo artístico o destruir todo el suelo que le sostenía y crear una nueva realidad donde continuar creciendo en genialidad, eso fue lo que hizo, ahí radica su creatividad, su capacidad de abrir caminos. Fabricó un nuevo movimiento artístico con unos fundamentos teóricos y artísticos innovadores donde tenía un nuevo espacio lo suficientemente amplio para crecer. Picasso, al igual que la canción del grupo SÖLAR iba Rompiendo esquemas” para recuperar el control:

“¡Rompiendo esquemas

recupero todo el control!

Disimulando, me muevo en la oscuridad.

Voy arrasando con lo que falta a la verdad.

horrorizando a la gente que me quiere engañar,

voy incitando al pueblo para que salga a luchar.

Siento que

Esto sea real,

Veo que ¡todo sigue!

Estoy pensando

Ignoro como es el final

Analizando el origen de tu frialdad

Voy destrozando mis huesos

Para levantar

Un futuro cercano donde

Podamos hablar.

Siento que esto sea real

Veo que todo sigue

Buscaré un nuevo lugar

Viviré mi nueva vida”

Entonó el mea culpa. No cabe lugar a dudas, puedes sentir mayor o menor admiración por Picasso y su obra, pero nadie puede negar que fue un pintor tocado por el don de la genialidad, la creatividad se le desbordaba de ojos y manos para crear una nueva realidad, nuevas formas de expresión, nuevas manifestaciones del alma. Y quien crea de la nada, de la destrucción de grandes dogmas consolidados en pleno acto de rebeldía creativa merece todo mi respeto y admiración.

Sirva, por tanto, esta entrada de sinceras disculpas por no ser capaz de fluir entre el oleaje del movimiento cubista tomándomelo a sorna como solo los ciegos de emociones pueden hacer. Lo lamento, tal vez se deba a que me abordó dicho movimiento en horas bajas y Picasso vino a refutar una verdad incómoda: que todo el mundo opine de una forma no quiere decir que todos estén en lo cierto.

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