Hace unos tres años THE PRETTY RECKLESS lanzó Death by Rock and Roll, mi disco favorito de la banda sin duda alguna, precedido en 2016 por Who you selling for y por Going to Hell en 2014. Grandes títulos.
No voy a mentir, el grupazo de la rubia peligrosa es uno de mis favoritos, consigue mezclar con gran maestría todo lo bueno del rock prototípico norteamericano (hard rock, grunge, country rock, etc.). Son capaces de crear esa música icónica que pondrías en una escena de acción; en una donde hay una conversación incómoda en un porche o mientras se recorre la Ruta 66 en una Harley-Davidson.
Dejando de lado los clichés cinematográficos, sin minusvalorar el trabajo de la banda, siempre pensé que su siguiente trabajo, Other Worlds, sería aún mejor. Sin embargo, con la primera escucha me sentí decepcionado.
Si visionamos la tracklist vemos claramente versiones de temas de su anterior entrega acompañados de covers de otras bandas, la mayoría en acústico. Por eso mismo, tras un par de escuchas (disfrutadas, eso sí, pues seguía siendo buena música), volví a mi querido Death by Rock and Roll soñando con conducir una Harley con una guitarra a la espalda por la Ruta 66.
Other Worlds había salido solo un año después de su predecesor y quizá la proximidad de ese lanzamiento era el causante de la carencia de temas originales, o eso pensé en su momento. Por ello, decidí informarme un poco, leer un par de reseñas de algunos compañeros del sector y pasión, “reescuchar” el disco, volver a perderme en sus canciones, etc.
Con todo, descubrí detallitos que me dieron a entender que lo había juzgado mal a pesar, repito, de que ya me gustaba previamente.
Gracias a la review de nuestro compañero José Manuel Muelas me enteré del camino tortuoso que sufrió la banda antes del lanzamiento de Death by Rock and Roll, con la pérdida de Cornell (de SOUNDGARDEN) y de su amigo y productor Kato Khandwala, que murió en un accidente de moto.
Con este recién descubierto contexto, ahora temas como Rock and Roll Heaven o Harley Darling duelen muchísimo más. No soy una persona morbosa, pero lo que diferencia el arte de la música de consumo fácil es el alma que tiene detrás y, con datos así, no solo disfruto más los temas, es que crece mi admiración y respeto por la banda.